miércoles, 18 de marzo de 2009

DIARIO DE UNA HUMANA (V)

Le miro, atónita. Toda esta situación es irreal, completamente absurda. Y, además, la longitud de su miembro me está hiriendo seriamente. Señoras, su tamaño es más que un sueño... hecho realidad.
Eric me mira con ojos turbios, más perdido en un mundo que yo no alcanzo a ver que en este.
-Hazlo... -en su voz aparece una sombra que me deja enredada.- hazlo, Sue. Chupa fuerte, todo lo más que puedas.
Miro hacia la herida abierta, irregular y de bordes torcidos. Mis dientes no son de vampiro, evidentemente... sangra bastante, y de una forma siniestra casi.
El quiere que beba.
Joder.
-No te convertirás -dice con dificultad, leyéndome mis pensamientos incluso antes de que yo les de forma.- No al menos que yo lo quiera... solo te hará más fuerte. Por favor, hazlo.
Por favor.
Ha dicho "por favor".
Eric Northman, el Sheriff del Area 5, me ha suplicado.
Dudo un segundo. Pero ahí están esos ojos azules, como topacios, mirandome fijamente de forma turbia... respira trabajosamente, absurdo por otra parte, pero lo hace... como si estuviera a punto de colapsarse de alguna manera. Y no se porqué pero siento que quiero obedecerle.
Así que bajo mi cabeza.
La primera impresión es extraña: su sabor es dulce y espeso. Pero hay algo más detrás. Es una sensación fría y ardiente a la vez, metálica... es como si estuviera saboreando algo viejo pero muy especiado. "¡¡¡Señoras y señores, vampiro a la barbacoa!!!" Me dan ganas de reír amargamente... pero en el momento en el que aquella sangre viscosa y oscura, espesa como borgoña, baja por mi garganta gruño necesitando más. Eric siente mi gutural ronquido y emite otro a su vez.. y entonces empieza a moverse lentamente dentro de mi. Muy lentamente. La sensación de morderle, beber de el y sentirme penetrada, y todo al mismo tiempo, es demasiado fuerte, demasiado letal... sus manos vagan arriba y abajo por mi espalda, de modo distraído, haciendome cosquillas... siento su pelo bajo mis manos cuando le sujeto por la nuca... el simplemente suspira, muy bajito, muy quedo, junto a mi oído. Hago un movimiento circular con las caderas, que me obliga a introducirme más fuerte en el (bonito espectáculo, si señor, debo parecer una puta de medio pelo con el culo al aire..) y el me responde con una ondulación de caderas. Parecemos un puto baile sincronizado.
Debiera soltarle. Coño, voy a comérmelo a este paso... pero no puedo. De pronto, Eric y todo lo que le rodea pasa a un segundo plano. Ya no existe el, ni su apabullante personalidad, ni todo lo bueno que está, ni los tres meses de necesidad que he pasado por tenerle bajo de mí... no. Solo existe esta sorprendente y angustiosa necesidad de absorverlo, de llevarme su sangre al interior, de poseerle de esta forma tan primitiva, tan extraña y tan poco civilizada...
Es como si no me sintiera humana.
La sola idea de poder tragármelo entero hace que gruña y clave más los dientes en su cuello. De todas las veces que recordaré este día, se que esta sensación animal despertándose en mí es la que más miedo y pavor me va a producir. No me recordaré como yo misma, Suzanne Wellton, sino como una extraña criatura recién nacida, despierta bajo los efluvios de la sangre... Eric se revuelve inquieto bajo mi ataque e intensifica sus movimientos contra mi interior... siento como su sangre se desborda a ambos lados de mi boca, asi que me aparto un segundo. El me mira por el rabillo del ojo, ensangrentada y con esa cara de viciosa debo ser el colmo de los colmos para un vampiro... actúo por instinto, así que un lametón le limpio la herida, que al instante vuelve a manar sangre aunque más débilmente.
-Oh, joder... -le oigo mascullar, y cierra los ojos. Echa la cabeza atrás. Sus manos bajan a mis caderas y su ritmo se intensifica. Le falta poco para correrse.
Lo sé. Lo puedo sentir.
Bajo la cabeza pero ya no le muerdo. En cambio, lo que si hago es sorber su sangre con la fuerza de una aspiradora y eso es más que suficiente para que él tenga un orgasmo fabuloso. Gritando, se viene contra mí mientras me aprieta las caderas con tanta fuerza contra el que temo me rompa de dos en dos. Cojonudo: añadiremos a la ya larga lista de cardenales veinte más. Sus dedos largos y flexibles.
Nada más siento que se relaja, de un salto -y a pesar del dolor- me salgo de el y bajo hasta sus pies, encogida. Aun me siento extraña, la sangre de Eric corriendo por mis ventas, mi interior... mi sexo palpita sordamente, pues no he llegado a sentir orgasmo alguno, pero me siento extrañamente bien, extrañamente poderosa. Encogida, me pongo el pantalón, que ha aparecido en el suelo a mi lado, y retrocedo un paso, mientras abrazo mis piernas flexionadas contra mi pecho.
Le miro fijamente.
El necesita su tiempo, obviamente. Se lleva las manos a la cabeza, aparta el cabello suspirando como si estuviera bajo la ducha y se lleva una mano al cuello herido. Cuando la retira los dedos están manchados de sangre... sentado sobre mi cama, me mira fijamente.
Yo no hago nada. Mi melena cuelga enredada por mi espalda, mis ojos le miran afiebrados y mi boca está enrojecida. El calibra mi aspecto con un gesto ceñudo.
De pronto, alarga una mano.
-Ven -susurra.
Yo niego. No quiero estar a su lado ahora, mientras su sangre corre libre y salvaje entremezclándose con la mía. Es como un eco en forma de tambor que suena a través de mis venas furiosamente.
-Ven -insiste el.
Y yo niego una vez más.
Suspirando, se irgue todo lo alto que es -casi dos metros de vampiro milenario- y se levanta pesadamente. Parece derrotado por el asalto al que ha sido sometido... pero no disgustado. Al contrario; parece increíblemente satisfecho. Aunque no sonría.
Se inclina hasta mi altura. No puedo evitar mirarle entre las piernas abiertas: su pene cuelga de un lado a otro como un enorme péndulo, pero a el no parece importarle ni una mierda que le mire. Después de lo que hemos pasado juntos... como para importarle...
Me acaricia suavemente la frente con el dorso de la mano y entonces se levanta, arrastrándome con el. En silencio, y siempre sin decir una sola palabra, me quita la camiseta, el sujetador y el pantalón. Vuelvo a quedar desnuda.
Joder, este tio es insaciable. Empiezo a revolverme otra vez entre gemidos.
-Chist.... tranquila, dulzura... -susurra, y me oprime contra su también desnudo cuerpo.- solo quiero descansar contigo un ratito...
Sin entenderle, ofuscada, dejo que me arrastre hasta la cama y se tumba conmigo. Aunque el calor es asfixiante incluso a esa hora de la noche, nos cubre con la sábana hasta la cintura. Siento su cuerpo amoldado tras el mío, pecho contra espalda, caderas contra caderas, pene contra trasero, muslos contra muslos y piernas enredadas en las mías... sus brazos se ciñen a mi alrededor como si fueran una cinta. Apoya su cabeza en mi nuca. Sus labios besan un segundo mi cabello.
-Duerme, Sue -sopla en un susurro, y me estremezco.- Estás muy cansada.
Coño, joder, es cierto... si que estoy muy cansada... y no me había dado cuenta de ello hasta que el lo ha dicho. Bostezando, pienso vagamente que es uno de sus trucos y me ha inducido a dormir contra mi voluntad. Siento un rastro de besitos leves en mi cuello... los ojos se me cierran. Me duermo.
Me duermo...




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