TRUE BLOOD: EL LIBRO VS LA SERIE

lunes, 30 de marzo de 2009

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True Blood: El libro vs La serie
No soy una defensora del libro Muerto hasta el Anochecer de Charlaine Harris en el que se basa la primera temporada de True Blood. Me parece una obra muy light y nada destacable a nivel literario. Aunque en la serie se proponen nuevas subtramas muy interesantes encuentro que también se ignoran algunos matices importantes en las relaciones entre los personajes y se cambia el sentido de algunas escenas relevantes. Me intriga saber cuáles son las razones que motivan los cambios, a dónde conducen y cuál será el valor real de estas aportaciones al conjunto, lo iré comentando conforme avance la serie. El libro está escrito en primera persona por lo que es necesario que se desarrollen tramas para los personajes secundarios, muchas de estas incorporaciones son sin duda muy acertadas, son los cambios en la intención de algunas situaciones los que me resultan inquietantes. Quizá es que habrá más cambios en el transcurso de la serie de los me puedo imaginar, eso sería maravilloso.
A continuación os enumeraré algunas de las diferencias entre el libro y los cuatro capítulos emitidos hasta hoy, todas las que pueda comentaros sin ningún espoiler:



TARA
Es quizá una de las diferencias más significativas. Su personaje no aparece en Muerto Hasta el Anochecer, y la vemos por primera vez casi al final del segundo libro. Su personalidad y apariencia física no guardan ningún parecido en el libro y la serie, tampoco la relación de amistad entre ella y Sookie. En el libro Sookie no tiene ninguna amiga de su edad, y la persona más cercana es Arlene. Su incorporación es sin duda muy acertada y Tara se ha convertido en el personaje preferido de la audiencia.
JASON
El personaje de Jason en la serie y en el libro tiene las mismas limitaciones intelectuales, pero en la serie ha adquirido gran protagonismo. En el libro no es sospechoso de los asesinatos hasta que está más avanzada la trama y las grabaciones de vídeo las hace él y las lleva en su camioneta. En la serie se potencia sobre todo su atractivo sexual. De todas sus nuevas escenas, sin duda la más extraña es la del baile ante la cámara de Lafayette.
SAM
El Sam del libro es más leal y protector con Sookie, se establece una mayor tensión sexual y Sookie no puede leer su mente con claridad. La relación entre Sam y Tara obviamente es producto de la serie.
LAFAYETTE
En el libro es un personaje meramente anecdótico, se le menciona un par de veces sin que llegue a ser relevante en ninguna situación. Sólo al comienzo del segundo libro es protagonista de una acción importante. Su vínculo familiar con Tara y su trabajo alternativo como Dealer son aportaciones de la serie.
SOOKIE Y BILL
Los personajes de Sookie y Bill, la relación entre ellos y las situaciones descritas son bastante fieles al libro con la excepción de dos momentos del cuarto episodio:
En el libro mientras están en Fangtasia Bill es abordado por cuatro “colmilleros” a los que tiene que rechazar una y otra vez. Por alguna razón en la serie no han querido enfatizar en el atractivo sexual de Bill y los celos de Sookie. La aparición del vampiro Eric, su importancia y su poder es mucho más relevante en el libro, Sookie nota su presencia y siente que él intenta ejercer su “glamour” con ella. La escena en el libro es mucho más larga, tensa y oscura.
En la serie también decidieron omitir el juego sexual entre Bill y Sookie, sobre todo los deseos casi incontrolabres de Bill hacia ella. La intención de la escena del coche de policía es totalmente diferente, en la serie nos muestra a un Bill manipulador que intimida a Sookie, en el libro a él le afloran los colmillos porque está excitado con Sookie y cuando se acerca el policía, ella le pide que se mantenga callado para que no descubra que él es un vampiro.
La escena en la que Sookie encuentra el cadáver de Down es también diferente, se omiten detalles en la interacción de Sookie con Sam y con Andy y el protagonista vuelve a ser Jason.
La cronología del libro se está respetando, así que entre el capítulo 5 y 6 se auguran cambios y nuevas situaciones que quizá signifiquen el impulso definitivo que necesita la serie. Más acción, más implicación en la trama de misterio y sobre todo más sexo, que eso siempre vende.

Fuente: http://alfinaldelaescapada.com/2008/10/true-blood-el-libro-vs-la-serie/

DIARIO DE UNA HUMANA (VII)

domingo, 22 de marzo de 2009

DIARIO DE UNA HUMANA (VII)

De aquella conversación hace ya dos meses y me siento en la gloria; por primera vez, señoras, me siento completamente libre. Hace dos meses que he comenzado a respirar. Hace casi tres que me alejé de mi pueblo y de Eric.
Hace tres meses que debe estar a punto de volverse loco y de matarme.. si me encuentra.
Megan tiene razón: este sitio está tan alejado y tan escondido del mundo que hasta a un vampiro le costaría encontrarme. Por supuesto, a ella no le he contado nada, y nada sabe, pero sin embargo a veces me sorprende leyendome los pensamientos... es increíblemente perceptiva, hermosa, fuerte, buena, genial... como una madre.
Si, como una madre... aunque es demasiado joven, técnicamente hablando. Y sin embargo, se comporta de la misma forma. Me siento increíblemente protegida con y por ella...
Aquel día que le dije que me quedaba ella cambió mi vida para darle otro rumbo; me había reservado una preciosa habitación tapizada en lavanda con muebles color crema. Parecía la habitación de una adolescente... pero al llenarse con mis cosas, mi toque personal, cambió hasta parecer una habitación increíblemente femenina. No parecía mía, evidentemente, pero me sentía perfectamente cómoda y feliz en este pequeño cubículo... la primera semana pasó con todas las novedades y en las dos siguentes encontré, finalemente, mi lugar. Y mi lugar era un precioso lugar en el mundo: camarera a tiempo completo, noches en compañía de mi nueva amiga y Fred (el camarero grasiento) tomando una buena cerveza tras finalizar la jornada. Cambio los turnos cuando me parece bien, y últimamente Megan trabaja conmigo las noches de viernes, sábado y domingo que es cuando más afluencia hay. Todo está tomando otro color... un color rosa-pompa-de-jabón. Temo que la burbuja se rompa en cualquier momento.
Las noches de los viernes hay un gran ajetreo. Los peones salen de trabajar y vienen derechos aquí, al "Rose", a encontrar cerveza, buen ambiente, buena música, buenas chicas... las de la comarca no están mal. Las de alrededores mejor, y ellas parecen sumamente felices de poder encontrar apuestos machos relucientes de músculos y exhalando hormonas a diestro y siniestro. Bailan, y a veces carraspeo antes de soltar una carcajada cuando dos de ellos están tan pegados como una Oreo sin relleno. Megan suele hacer un gesto para que me contenga mientras Harvis, el camarero eventual de los fines de semana, sacude su espumadera apuntándome.
-Esa estaba bien buena -me grita sin ningún tipo de vergüenza, señalando una rubia cuyas bragas asoman por debajo de sus pantaloncitos cortos.
Yo llevo unas bermudas caídas bajo mi ombligo y una camiseta negra de tirantes donde se puede leer el nombre "Rose" bordado en fucsia a la izquierda. Aunque Megan se empeña en que lleve unas Converse para que mis pies no resulten heridos me niego rotundamente y calzo mis chanclas de suela gruesa.
Parezco una turista.
-Te la reservo -le grito mientras me acerco a una mesa con mi bandeja. Dos chicos jóvenes están esperando que les atienda.
Esta pequeña broma (esa está bien buena-te la reservo) ha conseguido que Harvis haya ligado más de una vez. Va de simpático; sabe que es guapo estilo Jason Priestley, no resulta amenazante sino confiable y risueño, como uno de esos surfistas modelos. El suelta un "yippa-yippa-hey" desde la cocina y yo, riendo, le tomo el pedido a los chavales. Me hacen una radiografía completa. Cuando me giro, Fred me hace una seña rápida, consistente en un gesto con dos dedos rectos.
Es la señal de vampiro a la vista.
Perdiendo un poco el color me acerco a toda prisa a la barra, sin girarme para que el vampiro no pueda verme. Me apoyo en la barra, crispados los nudillos sobre ella, dejando con cuidado de no hacer ruido la bandeja sobre la mesa y que el vampiro me detecte por el ruido.
-¿Donde...? -susurro.
-Junto a la puerta, recién está entrando -Fred no me mira, aparentemente muy ocupado en limpiar calmadamente un vaso de cristal.- Está mirando a un lado y a otro. Ve detrás.
Andando con tranquilidad me meto en la cocina. Una vez estoy al alcance de la vista del vampiro, le vigilo desde la puerta sin que el pueda verme a mi.
Es joven, con aspecto de estar sediento, pero no lo conozco. Aunque, claro, eso no quiere decir nada: el igualmente puede conocer a Eric.
-Algún día vas a tener que explicarnos porqué este irracional pánico a los vampiros, Sue -susurra Megan, cruzados los brazos sobre el pecho.
-Vamos, Meg... -mis ojos aletean- ¿a ti no te dan miedo?
-No como a ti.
Se perfectamente que este es el único tema que la pone furiosa. Sabe que me pasa algo pero no puede intuir qué.
Detrás de ella asoma mi guapo Harvis.
-Sue, guapa, pequeñita, debieras confiar mas en nosotros. Al fin y al cabo somos tu familia.
Suspiro mientras el hace un gesto de "lo se todo", y lleva razón: técnicamente, somos familia. Megan ha ido recogiendo pedazos de personas heridas de una u otra manera: Fred, con una oscura historia familiar ha desvelado solo parcialmente algunas veces; Harvis, despreciado y abandonado por sus propios padres solo Dios sabía porqué; Megan, brillante sonrisa parapetando el dolor de la pérdida de una hija en circunstancias desconocidas.
Suzanne perseguida por un vampiro...
-Lo se, lo se -suspiro de nuevo. Les he contado cosas sueltas, como que me persigue parte de la comunidad vampírica de Nueva Orleans (lo cual casi realmente es cierto, pues no se a cuanta gente tiene Eric realmente bajo sus filas), como que he tenido problemas por no mezclarme con ellos... pero no le he hablado del Sheriff del Area 5 ni de sus persistentes deseos por juntar su piel con la mía.
Su piel adorable... sus ojos azul topacio, brillantes... su boca... sus colmillos rozando...
-Perdonadme -susurro con un suspiro de frustración, mientras me llevo la mano a la frente contraída. De pronto hace muchísimo calor.- Tengo que salir un momento.
Me ven ir a la parte trasera de la cocina, al baño. Me miran con gesto de preocupación, pero no puedo reprocharles nada por ello: se preocupan por mí.
Son mi familia.
Inclinada sobre el lavabo me refresco la nuca y la cara. Me he acostumbrado a no llevar ni siquiera labial, mi nueva vida es tan estimulante que hace que me haya olvidado de viejos hábitos y algunas estúpidas costumbres antiguas.
Al levantar los ojos encuentro el reflejo de Meg mirandome fijamente a través del espejo.
Su gesto lo dice todo.
-Que -refunfuño. Me espero la reprimenda. Es como Sarah. Se llevarían bien, la verdad.
-¿Que ocurre con los vampiros?
-Nada.
-¿Cómo nada?
-No me gustan. Eso es todo.
-A mi tampoco, pero no me pongo blanca como la cal y salgo huyendo cuando alguno entra en mi establecimiento.
Un silencio. Jugueteo con un pico de la toalla.
-Esto solo puede significar una cosa.
Alzo la cabeza vivamente. El gesto fruncido de Meg lo dice todo, es que me espero cualquier cosa.
-¿Cómo? -jadeo.
-¿Que te hicieron? ¿Alguno de ellos...?
Parpadeo sin entender. Luego una idea atraviesa mi cerebro de lado a lado y me relajo un tanto: ella cree que me han violado.
-No es eso, Meg -le respondo, dejando la toalla en su sitio.- Son otras razones.
-Pues cuéntamelas.
-No puedo. Es demasiado personal.
Ella parece dolida.
-¿Y no soy, acaso, parte de tu familia? ¿Personal?
Sosteniendo su rostro entre mis manos, apoyo mi frente en la suya.
-Vamos, Meg... eres como una hermana, casi una madre... mi familia como bien has dicho. Por eso no puedo contártelo.
-¿Pero porqué? Te podemos ayudar.
-Precisamente se trata de eso, de protegeros yo a vosotros... no puedo poneros en peligro.
-Pero en peligro, ¿porqué? -y su voz empieza a sonar asustada.
"Porque no quiero que el os encuentre", pienso, pero mi voz se encuentra diciendo:
-Es mejor así.
-Me estás asustando.
-Lo sé, y no quiero.
-¿Lo sabes?
Abro mis ojos y la miro profundamente. Mis manos aún sujetan su rostro.
-Si quieres, me voy ahora mismo -murmuro.- Solo si lo quieres... empaco mis cosas y me voy.
-No quiero que te vayas -sus ojos se abren desmesuradamente.- ¿Sigues sin comprender el concepto "familia"? Acabamos de hablar de ello hace medio segundo.
-Pues entonces no me hagas más preguntas.
Un silencio incómodo reina entre nosotras. Sujetándome ambas muñecas, ella me separa de si misma y luego suspira con frustración.
-Está bien: no más preguntas. Pero tienes que prometerme algo.
-¿Qué? -contesto con un hilo de voz.
-Si algo ocurre en cualquier momento, en cualquier instante, de la naturaleza que sea, tienes que avisarme. Con tiempo suficiente para poder esconderte, salvarte o sacarte de este sitio tan rápido como se chasquean los dedos.
-Te lo prometo -susurro, y la emoción hace que mis ojos se llenen de lágrimas.
Ella me contempla un segundo y me abraza fuertemente.
-Te quiero.. mucho -me dice, y ahora es la emoción la que la embarga a ella.- Lo sabes, ¿verdad?
Asiento en en silencio.
-Nada podrá con esto -contesta Meg.
Otro silencio. Estoy demasiado tensa para pensar en nada que no sea su salvación y la del resto de mi familia.







La mujer que se sienta en la esquina con un ardiente cabello rojo es vampira y no por deseo propio. La que se sienta enfrente suyo es bruja, reconocida, pero humana... dos curiosos bichos raros coexistiendo al mismo tiempo en un mundo que gira vertiginosamente alrededor de ellas sin parar un segundo a que se replanteen el porqué de su existencia. Viven, sin más.
La vampira se llama Sunshine (divertido nombre para un vampiro, "Sol Brillante"...), y la bruja se llama Rebba. Y ahora mismo tienen un estimulante y curioso debate.
-Y yo te digo que no.
La vampira es elegante, suave, fluida... bella hasta decir basta. La humana es ardiente, plasional, sanguínea... llena de fuerza y de vida. Los ojos de la vampira son dos pedazos de hielo color aguamarina, desvaídos y sin fuerza, mientras que los de la bruja son color chocolate espeso, llenos de pasión y hasta grumos... ambas, muerta y no-muerta, son un fabuloso ejemplar de mujeres.
-Y yo te digo que si.
-Testaruda.
-Intransigente.
-Nunca darás tu brazo a torcer, ¿verdad?
-Antes muerta. Tu tampoco, ¿verdad?
-Antes cortada a tiras y expuesta al sol.
Se miran. Se retan. Se sonríen, la vieja amistad es entre ellas un aliciente más que un inconveniente a la hora de discutir. Muchas veces son escuchadas pues sus tertulias se convierten en tema de debate generalizado en el "Rose". Les gusta pelearse verbalmente, a ver cual de ellas llega a más. Es como si fueran una banda de raperos peleandose en pleno Detroit.
-Yo digo que es mejor a los cuarenta.
-Eso es porque los tienes, Rebb -la vampira arquea una ceja burlonamente.- No porqué los creas.
-Tu tienes más que yo, perra.
-Si, pero técnicamente lo mío no cuenta.
Carcajadas. El local entero ya está pendiente de ellas. Yo me reclino contra la barra, sujetando la bandeja de metal contra mi cuerpo. En este momento toda actividad que no sean ellas cesa en el "Rose": cuando una de las dos gana la perdedora invita a una ronda completa de cervezas. Fred ya está con la mano en el grifo mientras Megan prepara las jarras: esta noche, el local está a reventar.
Son estos momentos los que me hacen ser feliz; los que me hacen que olvide a Eric y toda la mierda que le rodea, y los que me hacen pensar que puedo tener un futuro antes de que él me encuentre y me despedace. No dudo que lo haría; pero aquí escondida, a salvo con mi familia, a salvo de el... sus ojos... su boca... su cuerpo...
Incómoda, me remuevo contra la barra sin dejar de mirar a las dos mujeres, que ya están enzarzadas en un auténtico ingenio verbal. Si sigo pensando así en el, me encontrará. Sabrá donde estoy. Sabrá donde hallarme. Vendrá a la velocidad de un rayo y me poseerá, mente, alma, cuerpo, corazón.
Y luego se me comerá y se limpiará mis restos de entre sus dientes...
Joder, ya basta, Sue. Basta, por el amor de Dios.
Finalmente gana Sunshine por un aplastante tres a cero (tres respuestas ingeniosas contra tres que no lo han sido en absoluto) y Rebba levanta las manos riendo, en acto de rendición. Sunshine aplaude, a carcajada limpia, mientras Rebba se acerca a la barra para pagar lo que debe.
-¿Cuanto es esta noche, Megan? -dice con su voz cantarina.
Megan alza el chupito de Jack Daniels hacia el frente y luego se lo bebe de un tirón a su salud.
-Ciento setenta pavos, Rebb.
La bruja se lleva una mano al pecho.
-¡Jesús!, -gime de modo patético al tiempo que sigue riendo, y el local entero la acompaña.-, esta zorra va a matarme un día.
-¡Eso, o acabará con tus ahorros, Rebb! -grita alguien anónimo desde el fondo del local, y todos estallan en más risas.
Mientras Rebba paga, Fred y una de las camareras fijas empiezan a repartir las cervezas por el salón. Es en ese momento cuando entra en escena "el tercero en discordia".
Le llaman así porque es de las dos. Literalmente. Josh es un hombre increíblemente atractivo, moreno y duro, muy del estilo del morenazo de los anuncios de Cool Water... viste bien porque las chicas le mantienen. A cambio, el les da ración extra de sexo fuerte y salvaje a las dos... y la verdad es que se los ve perfectos en su "matrimonio-triple". En algún momento después de conocerlos, todo el mundo se pregunta que tan bien se llevan ellas dos...
-Mis chicas -dice con su voz grave y profunda, y extiende los brazos en toda su extensión.
Ellas se refugian en su pecho, riendo alegremente. Una ola de frustrada envidia se extiende por todo el personal femenino... empiezo a reir, retomo la bandeja y me acerco a ellos. Josh se ha sentado ya entre sus mujeres.
-¿Cerveza esta noche, Josh? -le pregunto.
El me mira fijamente, sus ojos color café oscuro son increíblemente profundos y llenos de vida... pero por alguna razón no me siento atraída por el. No siento una pulsación inquieta en las venas, ni siquiera un revoloteo en la sangre... este no es él.
Ni nadie, en realidad, es él. Por mucho que intente no verlo.
Forzando a mantener los ojos en su sitio correcto y de ese modo, así, no transformar los ojos de Josh en los de Eric (bueno, señoras, seamos sinceras: ni sus ojos, ni su rostro, ni sus cejas, ni su boca... ni su sonrisa torcida...) y les ofrezco la mejor de mis sonrisas. El matrimonio-trío me cae bien. Siempre lo ha hecho.
-¿Algo especial, chicos?
Mientras ellos empiezan a hablar y yo apunto el pedido, un puño angustioso se cierra sobre mi estómago. Esta noche Eric está particularmente insistente: le puedo sentir incluso con esta distancia. Deben haber pasado los tres meses ampliamente, acercandome a la peligrosa periferia de los cuatro, y esto es mucho tiempo para el Sheriff del Area 5.
Demasiado... diría yo...
He podido sentirle casi con total plenitud: debe estar planeando una y mil formas de matarme. O, en su defecto, de hacérmelo pagar caro. Que para el caso, señoras, es realmente lo mismo... su sangre en mi está más revolucionada que nunca y hace que me sienta nerviosa y me pique la piel. Como si estuviera a punto de pillar una gripe de las buenas.
Hombre, no.. esto es agotador.
Cierro los ojos camino de la barra. Veo millones de estrellitas titilando tras mis párpados. Su sangre sigue insistiendo, sigue tirando de mi... dejo la bandeja sobre la barra con cierta brusquedad. Fred me mira intensamente.
-¿Te encuentras bien? Estás pálida.
-Estoy cansada, debe ser el síndrome premenstrual... -susurro, agotada en realidad.
Fred me sonríe, comprensivo. Sabe que mis reglas son abundantes, desiguales y terriblemente dolorosas. Se siente muy paternal conmigo cuando ocurren.
-¿Porqué no tomas algo para que se te pasen los calambres? -me dice.
Le sonrío débilmente.
-Voy a que me de un poco el aire, ¿vale? Necesito respirar un poquito de aire fresco.
El asiente en silencio, mientras yo me deslizo hacia afuera. La oscuridad envuelve todo lo que me rodea, y el "Rose" parece suspendido grácilmente sobre la nada blanco y brillante.
Miro hacia la oscuridad, al interior del bosque.
Hay algo extraño ahí afuera, algo que hace que me abrace a mi misma sin poder evitarlo... todo está aparentemente silencioso y en calma, pero un rumor hace que parpadee y de un paso más hacia la oscuridad. Juraría que ahí hay alguien.
-¿Quien eres? -exclamo. El viento se lleva mi voz, susurrando con mis palabras y arremolinandolas en el aire hasta dispersarlas... otro paso.- ¿Estás ahí?
Nada. Silencio. Pero la ominosa presencia sigue.
-¿Eric...? -susurro, turbada.- ¿Eres tú...?
El soplo de mi voz muere del todo cuando la presencia realmente se vuelve intensa, física y tan peligrosa como la misma muerte. Se muestra como una sensación asfixiante y llena de violencia.
No se si es Eric, pero maldito si quiero saberlo.
Rápidamente me meto en el "Rose" sin mirar atrás.








DIARIO DE UNA HUMANA (VI)

jueves, 19 de marzo de 2009

DIARIO DE UNA HUMANA (VI)

Mi madre se llamaba Louisiane en honor de la tierra que me vio nacer; vivió poco, no llegué a conocerla pero seguro que, si me viera ahora, pensaría que estaba loca de remate. Lo estoy. Muy loca. Si no, no se explica el porqué de mi comportamiento.

Ayer pasé de largo por Baton Rouge; Doscientos veinticuatro mil noventa y siete habitantes vieron pasar a toda velocidad un viejo Land Rover viejo como el demonio y cuya pintura verde ofrece unos serios desconchones... tengo que alejarme lo máximo posible. Mi idea es llegar hasta la frontera, al oeste, y entrar en Texas. Arkansas no me parece una buena idea, ni me la ha parecido desde el principio: está infectada de vampiros. Y lo que menos quiero ahora es que alguien me vea y le vaya con el cuento a Eric. Tengo que poner mucha tierra de por medio.
Cuento con una ventaja: el tiene que descansar, invariablemente le guste o no, por el día. Debe dormir dentro de tierra y no puede salir a menos que quiera que el sol le achicharre su preciosa piel y funda en un segundo su magnífico cabello... creo que es la única cosa que Eric Northman tiene que hacer a pesar de que no quiera. Se le da muy mal obedecer pero, ah, chico, esto es distinto: se trata de que no acabe como un manchurrón quemado en la hierba. No hay otra alternativa.
Así que viajo por el día, lo más velozmente posible, y por las noches duermo unas cinco horas aproximadamente, siempre en moteles de carretera. Me acuesto a las nueve, cuando el sol se oculta y se que él se ha levantado: si estabilizo mis constantes vitales (es decir, no me muevo como un condenado demonio de aquí para allá), a él le costará más localizarme. Su sangre está en mí, no lo olvidemos... cuando llegan las tres de la mañana ya estoy en pie y vestida en un santiamén. Y continuo mi camino.
En cuatro días he recorrido una barbaridad de kilómetros. Ni siquiera creo que me sienta segura cuando llegue a Texas, así que si debo continuar lo haré aunque me salga del país entero y acabe en el Japón. Incluso eso es mejor que nada.
Si no pienso, todo va mejor. Intento relajarme mientras el paisaje verde, profundo, el aroma especiado y picante de Lousiana, se me mete en la nariz. Desde que tomé la sangre de Eric hace tres días, los olores parecen más intensos. En realidad, todo parece más intenso, y la gente que está a mi alrededor percibe algo que no sabe que es pero que les atrae y les repele al mismo tiempo. Es como si sintieran deseo de mi voz, de mi cabello, mi piel, mis ojos... pero no se atrevieran a acercarse. Todo en mi les atrae sin remedio.
La maldita sangre de Eric...
Muevo los pies descalzos sobre el acelerador. Piso un poquito más a fondo... me encanta la sensación de la velocidad. Me alejo a toda prisa y eso es bueno. Muy bueno.
Si echo los ojos atrás, a la noche en la que bebí de Eric, todo se vuelven recuerdos confusos. Recuerdo que, de pronto, estaba muy cansada.. y su cuerpo tras el mío, abrazándome con cierta posesión y cierta fuerza... a lo largo de la noche me desperté, me dormí... volví a despertarme... a veces sentía solo su cuerpo inmóvil (el estaba en su tiempo de refrigeración, el que necesitan todos los vampiros para poder recuperar fuerzas) y a veces sentía sus labios besándome con suavidad el cuello para luego arañarme con los colmillos despacio... pero sin herirme. Sus dedos vagaban de mi vientre a mis pechos, jugueteando como si no supiera que lo estaba haciendo con mis pezones... curiosamente me calmaba. Más que excitarme, me calmaba.... luego mi voz reclamándole, la suya susurrandome que durmiera... y luego el sol entrando por la ventana. Su ausencia. No estaba.
Recuerdo que permanecía en la misma posición en la que me dormí, por lo que todo el puto cuerpo me dolía de una maldita forma... aún no eran ni las siete de la mañana y el sol era abrumador; en la casa había tal silencio que, joder, me sentí fuera de lugar... una aprensión muy grande me oprimía el pecho mientras recogía mis cosas silenciosamente, aireaba la habitación que olía a sexo crudo y primitivo y hacía la cama. Y mientras llevaba a cabo todas estas tareas, lo tuve muy claro.
Lárgate, Sue. Lárgate pero ya.
Tenía que poner los pies muy lejos de allí. Eric había venido a mi tres veces seguidas, ¿quien me aseguraba que no vendría una cuarta...? y lo peor es que podían pasar mil cosas infinitamente más chungas que haberme bebido su sangre, haber sido mordida y marcada por todas las partes posibles de mi cuerpo y haber entrado en un estado de letargo casi con él en mi cama. En mi casa. No se que podría ser lo siguiente que pudiera ocurrir entre nosotros pero una oscura amenaza se cernía sobre mi corazón: tenia que salir de ahí lo antes posible.
Abandonar mi pequeño pueblo en Louisiana, tan lleno de vampiros y otros seres que no pretendía ni por asomo conocer pero cuya existencia había llegado a mis oídos, me parecía la mejor opción. La más pausible; sin embargo, tambien significaba abandonar todo lo por mí conocido, dejar la tumba de mi madre, dejar mi trabajo, dejar mis amigos, dejar a Sarah... Sarah, que tardaría dos días más en volver -las celebraciones bajo la luna llena es lo que tienen- y, cuando lo hiciera, se encontraría una casa vacía y una fría nota de mi puño y letra prometiendo volver.
Pero ella sabría inmediatamente que, de momento, no pensaba hacerlo y que estaba en serios apuros. Sobre todo a la hora de pedirle que no se mezclara mucho con la gente por la noche, que no atendiera a vampiro alguno en el Merlotte y que procurara protegerse. Conociéndola tan bien como la conocía, sabía que ella pediría unos días -más de dos, menos de quince- para poder ocultarse lo suficiente con sus hermanas del Coven. También sabía que Eric la buscaría.
Eric parecía saber todo de mi.
Asi que serían aproximadamente las ocho de la mañana cuando salí de mi casa, con la aprensión oprimiendome el corazón como una fría garra pero a toda prisa. Cerré y me fui sin mirar atrás. Dos horas depués estaba llegando, a toda velocidad, a Alexandria, Hammond, New Iberia y Luling. Cinco horas después había dejado atrás Opelousas, Morgan City y West Monroe.
Aquella noche dormí en un curioso motel de caterreta cuyo nombre no recuerdo y que resultó hasta agradable por sus sábanas suaves y su ausencia de chinches, cucarachas y otros bichejos que me habrían echo dar un salto hasta el techo. Sobre las dos de la mañana me desperté bañada en un sudor frío, gritando: Eric estaba furioso. Podía sentirlo en cada célula de mi cuerpo. Había ido a buscarme, sabiendo que algo iba mal, y se encontró con la casa vacía y cerrada. Sin rastro de Sarah ni de mi. Había roto una ventana violentamente y se había colado dentro, buscándome. Solo encontró oscuridad. Salió blasfemando de una manera horrorosa, alejándose a toda prisa y casi sin moverse apenas en dirección al Fangtasía. Yo podía ver todo esto como si estuviera sentada delante de un televisor, incluso podía ver como las cortinas de muselina blanca se agitaban en la noche como blancos fantasmas... probablemente, nos robarían. Aquella ventana abierta era una invitación a gritos.
Como también sabía que el estaba rastreándome, por el olfato, por la fuerza de su sangre en mis venas... así que dí una patada a la ropa que se me enredaba en mis piernas y salté de la cama. Me largué de allí a toda prisa, recogiendo mis pertenencias y sin darme una ducha, pese a estar empapada en un sudor frío y viscoso. Quería alejarme lo antes posible. Lo más rápido posible. Lo más lejos posible.
El me encontraría. De eso estaba completamente segura, tan segura como de que acabaría bajo sus caderas en el preciso momento que el considerase que esto debía ser así, pero aún así y con todo yo debía largarme. No se lo iba a poner fácil. Lo que menos quería en ese momento era encontrarme con el Sheriff del Area 5. Como no quiero encontrármelo ahora mismo.
Por la mañana la cosa fue mejor... desayuné un café largo, estilo New York, y me comí un "bagle"... también estilo New York. Mientras desayunaba en el Starbuck, con las manos apoyadas sobre la mesa, dejé vagar la mirada hacia la extensión que se ofrecía ante mí: una calle transitada, coches, ruido, contaminación, gente que subía y bajaba, sol...
Vida.
Estoy metida en un buen lío. Joder si lo se y maldita la puta gracia que me hace, pero es así. Culpa la tiene mi encoñamiento, culpa la tiene mi cabezonería y culpa la tiene ese olor especial que debí desprender aquella funesta noche que Eric mencionó en la cual yo había parecido "apetecible, apetitosa" y le resultaba imposible dejar a una mujer en esas condiciones... ¡joder! ¡Joder, joder! Si, y precisamente por eso estoy metida en este atolladero: por joder. Por joder con él.
Hay muy pocas veces que me permito cerrar los ojos y recordarle en esas dos memorables noches que me poseyó como un salvaje, pero esta es una de esas veces. Aún me parece oler su aroma a supermacho, estilo "Old Spice" o "Cool Water" (sí, quizás "Cool Water". Aunque sean las dos ya antiguas, "Old Spice" es un poco decadente)... ver sus ojos azul topacio, como dos piedras talladas, fijos en mi... sus manos grandes y fuertes abarcar mis pechos como si fueran nada... si.
Igual hasta le añoro un poquito.
Pero añorarle me puede meter en un serio problema, más serio aún del que ya tengo y más serio aún del que empecé a crearme yo solita el primer día que puse un pie en el Fangtasía.
Si no aprendo... muero.
Son las cinco de la tarde; en breve tendré que irme a dormir. Hoy estoy tan sumamente cansada que no creo que espere ni hasta las ocho y media, aunque luego me levante antes: he sentido a Eric todo el día, con tanta fuerza y tanta violencia que me han dado ganas de ponerme a chillar pateando el suelo del supermercado donde he entrado a por unas manzanas y un litro de zumo de naranja. Finalmente han sido dos: estoy sedienta la mayor parte del tiempo, y esta sensación de tener la garganta como un hueso viejo expuesto demasiado tiempo al sol no parece mejorar. Ni aunque beba litros y libros de lo que sea.
La mayor parte del tiempo que siento a Eric se reduce a una sensación increíble que me rodea todo el cuerpo pero no es un pensamiento concreto. Solo es una oleada de furia, de rabia incontrolable, que llega a mi cabeza de pronto y la ocupa de tal manera que no hay sitio para nada más; pero tengo la sensación de que, en el momento en el que le escuche hablar o forme frases coherentes y con sentido, estaré perdida porque se encontrará más cerca de mí. Esa idea se me hace intolerable, me entra un pánico ciego cada vez que lo pienso... si consigo apartar de mi ese terror incontrolable, podré avanzar más. Podré avanzar más, podré escapar de el. Solo si consigo dominarme...
Vamos, Sue. Si lo sabes, tu misma te lo acabas de decir hace cinco minutos: te acabará encontrando. Donde quiera que vaya, donde quiera que te escondas no servirá de nada. Eric acabará dando contigo.
He parado en un restaurante que he encontrado al borde de la carretera, casi oculto entre unos avellanos, y me he aseado un poco en el baño. He sujetado mi cabello en la coronilla (son las siete de la mañana y hace un calor infernal ya), y me he puesto un vestido color marrón muy oscuro. Me he remojado la nuca con el agua, mientras algunos mechones rebelde empiezan a escapar del moño... miro la amatista que brilla entre el agua y mis dedos, como un gigantesco ojo violeta... cierro el grifo, me cambio las chanclas por otras con suela más consistente y meto la ropa sucia dentro de la bolsa que tengo para ese fin. En el proximo motel de carretera que tenga lavandería haré la colada. Mas o menos como he venido haciendo todo este tiempo.
Sus ojos azules...
Sacudo la cabeza. Joder, Sue, ya está bien, coño, ya basta... si sigues pensando en el de esa manera te va a encontrar antes de lo que piensas. Va a ser tan sencillo para el como chasquear los dedos: un solo pensamiento y lo tendrás aquí arrancándote las bragas. Y recuerda lo que pasó con las últimas... que siguen sin aparecer. Definitivamente.
Con un suspiro, salgo del aseo y entro en el salón. Hay poca gente. En la barra están sirviendo cervezas frías mientras que un par de personas se abanican perezosamente con un periódico. Hasta las moscas sienten tal pesadez que no revolotean apenas. Me siento en una de las mesas, dispuesta a comer algo consistente aunque mi estómago apenas tolera bien la comida desde... desde...
Desde que tomaste su sangre. Dilo. Así de simple. Se admite y punto.
Hay que joderse....
Frunciendo el ceño miro atentamente la carta, con el bolso cruzado sobre mi pecho y descansando en mis rodillas. Lo que menos espero es que me roben ahora... sinceramente, es lo que menos falta me hace. La bolsa con la ropa sucia está a mis pies.
-¿Que quieres, ricura?
Alzo los ojos y miro al hombre enorme que está masticando un chicle -creo- y me mira con aire indiferente. Es gordo, de pelo ralo y frente brillante. Sus ojillos pequeños están esperando para escribir ágilmente.
-Tienen de todo -le contesto, evitando el tuteo deliberadamente.- ¿Que me recomienda?
-¿Te gusta la carne o eres de pasto? -evidentemente, el tuteo le importa un cojón. Va seguir hablandome en el mismo tono impersonal que debe usar para todo el mundo.
Cierro la carta y se la entrego.
-Traigame lo que quiera -le digo.- Estará bien.
El se encoje de hombros, toma la carta y se da media vuelta, encaminándose a la barra. En ese momento le detengo.
-Lo que sea pero con mucha salsa de tomate -le digo con voz trémula.
Esa espesura y ese sabor dulzón, ese color rojo intenso, me ha recordado la sangre de Eric.
Con un suspiro frustrado, me froto los ojos. Joder, esto es demasiado.
Es ya noche cerrada cuando encuentro el motel y hago la colada. Me siento sobre la lavadora, esperando y riéndome tontamente con las vibraciones que hace el centrifugado: cuando era niña siempre le pedía a mi madre que me subiera encima de nuestra lavadora, la cual estaba tan estropeada que centrifugaba andando por toda la cocina. El recuerdo me embargó el alma, me pone triste, me encoge el corazón.
Hacia las diez de las noche, subo a la habitación dispuesta a descansar. Ha sido un día duro, en una carretera endiabladamente cansina, llena de baches y muchos traqueteos. Mi cuerpo entero está dolorido, y lo está cada vez más. Según me alejo más, más me duele.. supongo que tiene que ser la llamada de su sangre.
No tendría sentido de otro modo.
La noche se me hizo eterna y no pude descansar, así que a las cuatro de la mañana -y con un agotamiento impresionante- me arrastré de la cama y comencé a empacar todas mis cosas. Me esperaba una dura jornada, alejándome nuevamente de mi pueblito, el Fangtasía y Eric. Y todos juntos. Además, debía comprar una nueva tarjeta telefónica ya que había roto la que siempre he usado. No quiero que él me localice a través de mi antiguo número de teléfono.
Decido tomarme un café y un sandwich antes de ponerme en marcha. Va a ser una jornada larga, como digo.
El tipo grasiento de ayer se ha ido y en su lugar se encuentra una mujer sumamente atractiva. Roza la cuarentena, y su cuerpo es fuerte, lleno de vida. Lo demuestra mientras limpia vigorosamente la barra... sus ojos son verdes, cambiantes. Su cabello, negro y espeso, parecido al mío. Me mira con una medio sonrisa. Su nariz está salpicada de pecas.
-¿Un sandwich? -me dice alegremente.
La miro sorprendida.
-Pues... si -contesto parpadeando. Caray, ha debido leerme el pensamiento o algo parecido.- Y un café.
-¿Fuerte, verdad?
Me dan ganas de gritarle "¿pero tu quien eres?", y sin embargo no lo hago.
-Si, fuerte -le contesto. El sol comienza a asomar por las ventanas mientras ella me sirve el café en primer lugar.
Lo tomo con aire contrito, pensativo, esperando al sandwich.
-¿Como te llamas? -me pregunta de pronto, sacándome de mis pensamientos.
-Suzanne -le respondo, mirándola de arriba a abajo.- ¿Y tu?
Ella se da la vuelta y recoje el sandwich que le acaban de dejar el sandwich estilo Cajún (pechuga de pavo, dos cucharadas de margarina Fleischmann's Original en barra, cebolla, pimienta picante, cheddar regular, pimiento verde) y me lo deja enfrente. Huele maravillosamente bien.
-Tienes aspecto de no haber descansado bien, Suzanne -contesta, mientras me deja un cuchillo y un tenedor, junto con una servilleta, al lado. La despliego mirándola con desconfianza.
-No he dormido mucho.
-¿No te ha gustado mi hotel?
Enarco una ceja. ¡Caray!, ¿esta tipa bella es la dueña del hotel...?
-Y del restaurante -se adelanta a mis pensamientos.
Miro un momento el letrero que brilla encima de ella. Tienen una réplica exacta al que está colgado, en neón brillante y rojo, afuera.
Rose.
-¿Ese es tu nombre?
La sonrisa de ella se apaga un tanto, aunque no deja de ser preciosa e intensa.
-Rose era mi hija -un incómodo silencio se instala entre las dos.- Come -ella de pronto hace un gesto con la barbilla hacia el sandwich.- Que se enfría.
Con gesto ausente, empiezo a cortarlo mientras la miro con creciente curiosidad. Ha acaparado totalmente mi atención.
-Está muy bueno -murmuro, con el bocado de comida a un lado.- ¿El hotel es tuyo entonces?
-Y el restaurante -asiente ella con una sonrisa.- Hace años que los tengo.
-¿Y te va bien?
Su sonrisa se amplía aún más.
-Juzga por ti misma.
Miro en derredor: está empezando a llenarse, y son tan solo las ocho de la mañana.
-Veo que si -le devuelvo la sonrisa automaticamente. Es imposible no sonreir ante alguien con una sonrisa a su vez tan contagiosa.- La verdad es que está muy bien.
-Lo mío me cuesta... todo esto exige mucho sacrificio, y la verdad es que hace años que lo llevo solita... eso me ha hecho replantearme muchas cosas.
-¿Si? ¿Como cuales?
-Como, por ejemplo, que necesito alguien que me ayude.
Parpadeo, sorprendida. Ella sigue sonriendo, mirándome con una expresión cauta. Sacudo la cabeza.
¿Me está ofreciendo un trabajo...? ¿De veras?
Mil cosas pasan por mi cabeza a toda velocidad. Me estoy quedando sin dinero. No se a donde voy pero se que lo hago a pasos agigantados. Tengo que escapar. Eric.
Eric...
-Así que necesitas a alguien -le respondo con cautela.
-Así es -el brillo de su sonrisa se intensifica aún más.-¿Y tu? ¿Que necesitas?
-Tantas cosas... -me desinflo.- pero tengo que irme. No puedo pensar en nada más.
-¿Irte? ¿A donde?
-Donde sea -me encojo de hombros.- No lo se.
-No parece un destino muy acogedor -ella arquea las cejas mientras sigue limpiando distraídamente la barra.- Creo que esto es mejor que ir hacia ninguna parte, ¿verdad?
Un momento de silencio. Juégatelo todo por el todo, Sue.
-¿Que me estás ofreciendo? -le pregunto, aunque ya lo se.
Ella se encoge de hombros.
-Ya lo estás viendo -la mano que sujeta el trapo se mueve haciendo un arco alrededor de ella. La otra se apoya sobre la barra lustrosa y brillante.- El sueldo no es gran cosa pero te dará para vivir. Tengo mi residencia detrás justo del hotel, comunicada de la mejor que forma que ni los clientes me vean y yo pueda atenderlos en un segundo... te ofrezco una habitación allí. Puedes establecerte por un tiempo, tampoco espero que vaya a ser para siempre... pero creo que es mejor que un futuro incierto... ¿no crees?
Mirándola, pasan un millòn de imágenes por mi cabeza.. estoy harta de huir, pero no puedo hacerlo. Llevo casi una semana infernal, seis putos días en los que he perdido tanto peso como kilómetros hay ahora mismo entre Eric y yo... y estoy agotada. Sí. Y con ganas de llorar. Y queriendo derrumbarme en cualquier esquina y esconderme, y que nadie, nadie, nadie me pueda encontrar...
-Esconderse nunca es salida -susurra ella, sacándome entonces de mis pensamientos con la brusquedad de un empujón.
Parpadeando, suspiro.
-El que te haya herido de tal forma que te ha obligado a huir no se merece tu miedo, pequeña -dice ella, con aspecto fantasmal.
Es la primera vez que pierde la sonrisa. Yo sostengo sus ojos. Algo me dice que piensa que sufrí su mismo maltrato.
-Es cierto. No se merece mi miedo -le respondo con una tímida sonrisa.
Ella sonríe entonces más ampliamente y extiende su mano hacia mí, abierta, franca, fresca y suave. Femenina y llena de sinceridad.
-Me llamo Megan -dice.- Bienvenida.



LIKE CHOCOLATE

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Fragile, seems I opened up to quick and all my dreams were woken up I slowly lost my fight with every single man a river cried
I had no sensation, completely numb I felt no satisfaction I thought no one could ever get me high again I swear I was not looking
I've waited so long, I thought the real thing was a fake, I thought it was a tool to break me down you prove me wrong again
If love were liquid it would drown me in a placeless place refine me, in a heart shape come around me and then melt me slowly down if love were human it would know me in a lost space come and show me, hold me and control me and then melt me slowly down, like chocolate
Tastes so good my hearts been mended, who'd have thought it would? an empty bed and still I won the catch, a man who I love and who loves me back
I've waited so long for love to heal me, so I'd feel it, thought it wasn't real and then you came you prove me wrong again
If love were liquid it would drown me in a placeless place refine me, in a heart shape come around me and then melt me slowly down if love were human it would know me in a lost space come and show me, hold me and control me and then melt me slowly down, like chocolate
Come here, zoom in, catch the smile there's no doubt it's for you and I'm addicted tonight
Just one look boy to mellow it out just one heart here to save me now your candy kisses are sweet I know hold me tight baby, don't let go

CHOCOLATE.- Kylie Minogue

Alexander Skarsgård, From Wikipedia, the free encyclopedia

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Alexander Skarsgård
From Wikipedia, the free encyclopedia


Born
Alexander Johan Hjalmar SkarsgårdAugust 25, 1976 (1976-08-25) (age 32)Stockholm, Sweden
Occupation
Actor, director
Years active
1984–present
Alexander Johan Hjalmar Skarsgård (IPA: [ˈskɑːʂgoːɖ]; born August 25, 1976, in Stockholm, Sweden) is a Swedish actor and director. He is the son of My Guenther, a doctor, and Swedish actor Stellan Skarsgård, and a brother to Gustaf Skarsgård.[1]
Contents[hide]
1 Career
2 Filmography
2.1 Film
2.2 Television
2.3 Director
3 References
4 External links
//

[edit] Career
Skarsgård has acted in several Swedish TV series and movies. In 2003 he was nominated for a Guldbagge for male supporting role in the movie Hundtricket - The movie.[2]
Since 2005, with his performances in Revelations and The Last Drop he has taken part in international productions. In 2007 he played one of the main characters in the American miniseries Generation Kill. As of 2008, he is currently a part of the ensemble cast of HBO's True Blood, a TV series from Six Feet Under creator, Alan Ball. Skarsgård plays the Role of Eric Northman, an extremely attractive 1000 year old Viking vampire, and owner of "Fangtasia" - the fictional vampire bar in Charlaine Harris' Sookie Stackhouse Vampire Series. As of October 2008, True Blood has been picked up for a second season.

[edit] Filmography

[edit] Film
Year
Title
Role
Notes
1984
Åke och hans värld
Kalle Nubb
1989
The Dog That Smiled
Jojjo
1999
Happy End
Bamse Viktorsson
2000
The Dog Trick
Micke
Remade as Hundtricket - The movie in 2002
The Diver
Ingmar
White Water Fury
Anders
Wings of Glass
Johan
2001
Kites Over Helsinki
Robin Åström
Zoolander
Meekus
2004
Heartbeat
The pilot
2005
Double Shift
Nisse
The Last Drop
Lt. Jergen Voller
Om Sara
Kalle Öberg
2006
Never Be Mine
Christopher
Kill Your Darlings
Geert
Score
Micke
Exit
Fabian von Klerking
2007
Järnets änglar
Stefan
2009
Puss
2011
Thor (film)
Thor
rumored
2012
The Avengers (film)
Thor
rumored

[edit] Television
Year(s)
Title
Role
Notes
1987
Idag röd
1999
Vita lögner
Marcus Englund
10 episodes
2000
D-dag
Lise's stepson
Released as a movie in 2001
Judith
Ante Lindström
2005
Revelations
Gunnar Eklind
2007
Golden Brown Eyes
Boogey Knights singer
2008
Generation Kill
Sgt. Brad 'Iceman' Colbert
2008
True Blood
Eric Northman
From the Sookie Stackhouse Novel by Charlaine Harris

[edit] Director
Year
Title
Other notes
2003
To Kill a Child
Co-directing with Björne Larson

[edit] References
^ http://www.filmreference.com/film/25/Stellan-Skarsgaard.html
^ "Alexander Skarsgård - Awards". IMDb. IMDb.com, Inc.. http://www.imdb.com/name/nm0002907/awards. Retrieved on 2008-07-30.
[hide]
vdeThe Southern Vampire Mysteries / True Blood
Novels
Dead Until Dark · Living Dead in Dallas · Club Dead · Dead to the World · Dead as a Doornail · Definitely Dead · All Together Dead · From Dead to Worse · Dead and Gone
Episodes
Season one
Characters
Sookie Stackhouse · Bill Compton · Sam Merlotte · Tara Thornton · Jason Stackhouse · Eric Northman · Pam
Writers
Charlaine Harris (novels) · Alan Ball (TV series)
Cast
Anna Paquin · Stephen Moyer · Sam Trammell · Rutina Wesley · Ryan Kwanten · Alexander Skarsgård · Kristin Bauer
Persondata
NAME
Skarsgård, Alexander
ALTERNATIVE NAMES
SHORT DESCRIPTION
Actor, director
DATE OF BIRTH
August 25, 1976
PLACE OF BIRTH
Stockholm, Sweden
DATE OF DEATH
PLACE OF DEATH

[edit] External links
Alexander Skarsgård at the Internet Movie Database
AlexanderSkarsgard.org
Retrieved from "http://en.wikipedia.org/wiki/Alexander_Skarsg%C3%A5rd"

'Thor': Alexander Skarsgard, Josh Hartnett y Natalie Portman podrían encabezar el reparto

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Más novedades en torno a "Thor":



'Thor': Alexander Skarsgard, Josh Hartnett y Natalie Portman podrían encabezar el reparto
Juan Luis Caviaro 18 de marzo de 2009.
Atención a estos rumores sobre el reparto protagonista de ‘Thor’, otra de las apuestas más fuertes de Marvel para reventar las taquillas. Parece ser que Kenneth Branagh ha encontrado a los tres actores que protagonizarían la película, en la que el cineasta se encuentra trabajando actualmente, al parecer con mucha ilusión.
Después de barajarse nombres famosos, se apunta que el elegido para interpretar al superhéroe sería Alexandar Skarsgard, hijo del conocido Stellan Skarsgard (‘El rey Arturo’, ‘Dogville’ o ‘Mamma Mia!’) y uno de los protagonistas de una de las series de moda, ‘True Blood’. Según parece, Branagh se reunió con él en una cena de negocios, lo que ha hecho suponer que negociaron la participación del actor en ‘Thor’, teniendo en cuenta que el director busca un protagonista y que Skarsgard encaja perfectamente en el perfil físico del personaje. Aún no se ha dicho nada de forma oficial, y es posible que Branagh se haya reunido con él por otra cuestión, pero ahí queda eso.
Por otro lado, casi al mismo tiempo, se lanzó otro “rumor serio” sobre quién encarnará al villano del film. Se afirma que Josh Hartnett, uno de los jóvenes y más famosos “sex symbols” de Hollywood, se encargaría de interpretar a Loki, el hermano malvado de Thor, que aspira a arrebatarle el trono de Asgard. En este caso, también se ha visto al actor comiendo con Branagh, y se dice que es el favorito de los estudios Marvel para el papel. Ya veremos si le convencen.
Y en tercer lugar, según este tipo de informaciones no oficiales, también podríamos tener ya el nombre del último lado del triángulo protagonista; es decir, la chica. Según parece, se quiere contar con la no menos famosa Natalie Portman, aunque se desconoce qué papel interpretaría: Sif (mujer de Thor y Diosa de Asgard), Jane Foster (novia de Donald Blake, alter ego de Thor) u otra villana, Amora La Encantadora. A ella aún no se la ha visto cenando con el director que tanto ama a Shakespeare, y teniendo en cuenta que la actriz es vegetariana, quizá queden para charlar en otro sitio.
Por último, destacar que se ha retrasado considerablemente el estreno de la película, que estaba fijado para julio de 2010. Ahora, la fecha es junio de 2011, casi un año más tarde. ¿Hay ganas de ver lo que hace Kenneth Branagh con la historia de Thor?
PD: Kevin McKidd, Charlie Hunnam, Tom Hiddleston, Liam Hemsworth y Joel Kinnaman son algunos de los otros candidatos que habrían intentado conseguir los papeles de Thor y Loki.

http://www.blogdecine.com/noticias/thor-alexander-skarsgard-josh-hartnett-y-natalie-portman-podrian-encabezar-el-reparto

miércoles, 18 de marzo de 2009

DIARIO DE UNA HUMANA (V)

Le miro, atónita. Toda esta situación es irreal, completamente absurda. Y, además, la longitud de su miembro me está hiriendo seriamente. Señoras, su tamaño es más que un sueño... hecho realidad.
Eric me mira con ojos turbios, más perdido en un mundo que yo no alcanzo a ver que en este.
-Hazlo... -en su voz aparece una sombra que me deja enredada.- hazlo, Sue. Chupa fuerte, todo lo más que puedas.
Miro hacia la herida abierta, irregular y de bordes torcidos. Mis dientes no son de vampiro, evidentemente... sangra bastante, y de una forma siniestra casi.
El quiere que beba.
Joder.
-No te convertirás -dice con dificultad, leyéndome mis pensamientos incluso antes de que yo les de forma.- No al menos que yo lo quiera... solo te hará más fuerte. Por favor, hazlo.
Por favor.
Ha dicho "por favor".
Eric Northman, el Sheriff del Area 5, me ha suplicado.
Dudo un segundo. Pero ahí están esos ojos azules, como topacios, mirandome fijamente de forma turbia... respira trabajosamente, absurdo por otra parte, pero lo hace... como si estuviera a punto de colapsarse de alguna manera. Y no se porqué pero siento que quiero obedecerle.
Así que bajo mi cabeza.
La primera impresión es extraña: su sabor es dulce y espeso. Pero hay algo más detrás. Es una sensación fría y ardiente a la vez, metálica... es como si estuviera saboreando algo viejo pero muy especiado. "¡¡¡Señoras y señores, vampiro a la barbacoa!!!" Me dan ganas de reír amargamente... pero en el momento en el que aquella sangre viscosa y oscura, espesa como borgoña, baja por mi garganta gruño necesitando más. Eric siente mi gutural ronquido y emite otro a su vez.. y entonces empieza a moverse lentamente dentro de mi. Muy lentamente. La sensación de morderle, beber de el y sentirme penetrada, y todo al mismo tiempo, es demasiado fuerte, demasiado letal... sus manos vagan arriba y abajo por mi espalda, de modo distraído, haciendome cosquillas... siento su pelo bajo mis manos cuando le sujeto por la nuca... el simplemente suspira, muy bajito, muy quedo, junto a mi oído. Hago un movimiento circular con las caderas, que me obliga a introducirme más fuerte en el (bonito espectáculo, si señor, debo parecer una puta de medio pelo con el culo al aire..) y el me responde con una ondulación de caderas. Parecemos un puto baile sincronizado.
Debiera soltarle. Coño, voy a comérmelo a este paso... pero no puedo. De pronto, Eric y todo lo que le rodea pasa a un segundo plano. Ya no existe el, ni su apabullante personalidad, ni todo lo bueno que está, ni los tres meses de necesidad que he pasado por tenerle bajo de mí... no. Solo existe esta sorprendente y angustiosa necesidad de absorverlo, de llevarme su sangre al interior, de poseerle de esta forma tan primitiva, tan extraña y tan poco civilizada...
Es como si no me sintiera humana.
La sola idea de poder tragármelo entero hace que gruña y clave más los dientes en su cuello. De todas las veces que recordaré este día, se que esta sensación animal despertándose en mí es la que más miedo y pavor me va a producir. No me recordaré como yo misma, Suzanne Wellton, sino como una extraña criatura recién nacida, despierta bajo los efluvios de la sangre... Eric se revuelve inquieto bajo mi ataque e intensifica sus movimientos contra mi interior... siento como su sangre se desborda a ambos lados de mi boca, asi que me aparto un segundo. El me mira por el rabillo del ojo, ensangrentada y con esa cara de viciosa debo ser el colmo de los colmos para un vampiro... actúo por instinto, así que un lametón le limpio la herida, que al instante vuelve a manar sangre aunque más débilmente.
-Oh, joder... -le oigo mascullar, y cierra los ojos. Echa la cabeza atrás. Sus manos bajan a mis caderas y su ritmo se intensifica. Le falta poco para correrse.
Lo sé. Lo puedo sentir.
Bajo la cabeza pero ya no le muerdo. En cambio, lo que si hago es sorber su sangre con la fuerza de una aspiradora y eso es más que suficiente para que él tenga un orgasmo fabuloso. Gritando, se viene contra mí mientras me aprieta las caderas con tanta fuerza contra el que temo me rompa de dos en dos. Cojonudo: añadiremos a la ya larga lista de cardenales veinte más. Sus dedos largos y flexibles.
Nada más siento que se relaja, de un salto -y a pesar del dolor- me salgo de el y bajo hasta sus pies, encogida. Aun me siento extraña, la sangre de Eric corriendo por mis ventas, mi interior... mi sexo palpita sordamente, pues no he llegado a sentir orgasmo alguno, pero me siento extrañamente bien, extrañamente poderosa. Encogida, me pongo el pantalón, que ha aparecido en el suelo a mi lado, y retrocedo un paso, mientras abrazo mis piernas flexionadas contra mi pecho.
Le miro fijamente.
El necesita su tiempo, obviamente. Se lleva las manos a la cabeza, aparta el cabello suspirando como si estuviera bajo la ducha y se lleva una mano al cuello herido. Cuando la retira los dedos están manchados de sangre... sentado sobre mi cama, me mira fijamente.
Yo no hago nada. Mi melena cuelga enredada por mi espalda, mis ojos le miran afiebrados y mi boca está enrojecida. El calibra mi aspecto con un gesto ceñudo.
De pronto, alarga una mano.
-Ven -susurra.
Yo niego. No quiero estar a su lado ahora, mientras su sangre corre libre y salvaje entremezclándose con la mía. Es como un eco en forma de tambor que suena a través de mis venas furiosamente.
-Ven -insiste el.
Y yo niego una vez más.
Suspirando, se irgue todo lo alto que es -casi dos metros de vampiro milenario- y se levanta pesadamente. Parece derrotado por el asalto al que ha sido sometido... pero no disgustado. Al contrario; parece increíblemente satisfecho. Aunque no sonría.
Se inclina hasta mi altura. No puedo evitar mirarle entre las piernas abiertas: su pene cuelga de un lado a otro como un enorme péndulo, pero a el no parece importarle ni una mierda que le mire. Después de lo que hemos pasado juntos... como para importarle...
Me acaricia suavemente la frente con el dorso de la mano y entonces se levanta, arrastrándome con el. En silencio, y siempre sin decir una sola palabra, me quita la camiseta, el sujetador y el pantalón. Vuelvo a quedar desnuda.
Joder, este tio es insaciable. Empiezo a revolverme otra vez entre gemidos.
-Chist.... tranquila, dulzura... -susurra, y me oprime contra su también desnudo cuerpo.- solo quiero descansar contigo un ratito...
Sin entenderle, ofuscada, dejo que me arrastre hasta la cama y se tumba conmigo. Aunque el calor es asfixiante incluso a esa hora de la noche, nos cubre con la sábana hasta la cintura. Siento su cuerpo amoldado tras el mío, pecho contra espalda, caderas contra caderas, pene contra trasero, muslos contra muslos y piernas enredadas en las mías... sus brazos se ciñen a mi alrededor como si fueran una cinta. Apoya su cabeza en mi nuca. Sus labios besan un segundo mi cabello.
-Duerme, Sue -sopla en un susurro, y me estremezco.- Estás muy cansada.
Coño, joder, es cierto... si que estoy muy cansada... y no me había dado cuenta de ello hasta que el lo ha dicho. Bostezando, pienso vagamente que es uno de sus trucos y me ha inducido a dormir contra mi voluntad. Siento un rastro de besitos leves en mi cuello... los ojos se me cierran. Me duermo.
Me duermo...




ERIC NORTHMAN TRIBUTE

martes, 17 de marzo de 2009

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Dirty, totally, pure, gorgeus Eric..

ALEX MOVIE

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Stills and a few video clips of Alex Skarsgard. The music is Chris Botti and his arrangement of the main theme from the film Cinema Paradiso one of my favorite films. Enjoy!

DIARIO DE UNA HUMANA (IV)

lunes, 16 de marzo de 2009

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DIARIO DE UNA HUMANA (IV)

Joder que sol tan molesto...

-Arriba.
La voz de mi compañera de piso me arranca de mi feliz sueño de más de doce horas... son las dos de la tarde y un sol luce ya más que abrasador sobre mis ventanas.
-Joder, nena. Tienes el aspecto de haber sido arrollada por un camión.
Si, arrollada por un camión llamado Eric... maldito seas donde estés descansando ahora. Ojalá y el sueño se te atragante.
Me llevo una mano a los ojos, ocultándolos de la luz. Mi cabello está desparramado sobre la almohada como si hubiera peleado con un tigre salvaje.
-Sarah, ¿que hora es?
-Mas de las dos -Sarah está plantada frente a mi con el ceño fruncido.- Joder, Suzanne... de veras que me tienes preocupada.
La miro turbiamente. Sarah es un ejemplar de mujer realmente increíble, con su metro ochenta de alto y su compacta fisonomía. Tiene unos pechos macizos, una cintura estrecha y unas caderas que harían palidecer a cualquier diosa de la fertilidad antigua. Su melena trigueña luce un rizado natural que la favorece muchísimo y sus ojos color topacio son enormes, coronados de preciosas pestañas rubias.
-¿Por qué? -mascullo, mientras me levanto.
-¿Por qué? -Sarah me sigue dando gritos detrás de mi, los brazos apoyados en jarras en torno a sus amplias caderas.- ¿Me lo preguntas en serio? ¡Oh, joder, Sue...!, ¿te has visto???? ¡Pareces un cadáver! Si ya eres blanca de por ti misma ahora pareces transparente como el papel. ¿Podrías pasar por la ducha, por favor? Tienes un olor extraño... desde hace tres meses no eres tu, coño.
Suspirando y aguantando su eterna perorata -hace años que se ha erigido como mi madre adoptiva-, voy al baño. Me miro en el espejo y casi me sobresalto. Si que tengo mal aspecto, si... mientras Sarah habla y habla, y habla, sin parar detrás de mi empiezo a sujetarme el cabello en una coleta para poder desmaquillarme bien. ¿Pero porqué no lo hice anoche? ¿Como fui capaz de acostarme maquillada...???
Soy bastante cuidadosa con mi cuidado exterior. Sin ser una belleza, cosigo mantenerme mas o menos decentemente... algo en mi no va bien, definitivamente. Estremecida, sigo escuchando a Sarah sin prestarle atención mientras pienso en Eric. Y me dan escalofríos solo de pensar en el, en su boca ensangretada besando la mía, en su polla entrando y saliendo de mi, en...
-¡Jesús, ¿pero que es eso?!
El grito me sacude y me saca de mis ensoñaciones. A través del espejo, Sarah me está mirando boquiabierta. Miro hacia donde sus ojos miran y mascullo un seco "maldición".
Sarah está mirando mis marcas. Cuatro preciosas incisiones, dos a cada lado del cuello, de un color rojizo parduzco, casi negro. Alrededor se extienden profundas marcas violáceas.
-No es nada -respondo, y me seco las manos. Me doy la vuelta y empiezo a preparar la ducha.
-¿Como que no es nada? -Sarah me toma del hombro y me gira bruscamente. Yo la miro con los labios apretados.- ¿Has dejado que uno de esos te muerda?
No le respondo. Lo que es evidente, es evidente, señoras... ella alza los brazos al cielo y luego los deja caer a ambos lados de su cuerpo.
-¿Pero te has vuelto loca o qué? -exclama, mirandome como si no me conociera.- ¡Son vampiros, joder!
-Ya lo se, Sarah -gruño mientras me giro nuevamente a la ducha.
-¿Y...?
-Y nada -me cuelgo una toalla al hombro y cojo el champú. La miro entonces.- ¿Me dejas, por favor? Me quiero duchar e ir al trabajo, si es que aún me aceptan después de lo que he hecho hoy.
-Vampiros, Sue. Has dejado que te muerda un vampiro, por Dios santo.
Suspiré, venciendome un poco hacia delante.
-Sarah... que me quiero duchar...
-Me es igual. Dúchate, que ya te he visto mil veces desnuda.
-¿No vas a parar, verdad?
-Cierto, no voy a parar. Me vas a escuchar todo lo que tenga que decirte.
Joder, que persistente puede llegar a ser...
-En fin, como quieras -concedo.- Di lo que tengas que decir y luego lárgate.
-Eso es, Suzanne, trata así a las amigas, ¡justo lo que necesitas, ser más arisca aún!!!, y que la gente se siga separando de ti. Y luego dices que hasta las del Coven te ven rara, ¡como no van a hacerlo! ¡Ni sabes para donde vas ni de donde vienes!
Frustrada, emito un quejido bajo la ducha. Me duele todo el cuerpo, tengo marcas bajo las axilas (los dedos de Eric incrustados de tal modo que parecen una radiografía) y dos cardenales alargados en las ingles.
Sus caderas.
Con un estremecimiento me encojo. No puede ser que el Sheriff me haya dejado tan marcada en una sola noche... hasta parece que soy algo suyo...
-¿Me oíste, Sue? Hasta las del Coven piensan que eres rara.
Si, claro, las del Coven. Las "Cuervo Plateado" piensan que yo soy rara... ¿pero y ellas? Ellas van cantando plegarias a una Diosa pagana en plena calle. Y luego dicen de mi...
Desde hace muchos años, Sarah es una "bruja oficial", que convive en un Coven (grupo de brujas establecido, y este con trece miembros, tal y como manda la tradición) y que ha hecho de su espiritualidad un estandarte. Intentó, con mínimo éxito, que yo entrara a formar parte de ellas pero a ellas no les gusté. No, señora. Y a mí ellas, menos. Son una pandilla de geek.
Si yo tuviera que ser como Sarah, lo sería en solitario. Y no es el caso, además.
Y mientras, Sarah sigue parloteando. Ni la escucho. Estoy más concentrada en el dolor intenso que he descubierto entre mis piernas.
Oh, joder...
Salgo de la ducha como si me pesara todo el cuerpo. Creo que haber pasado por ella ha empeorado las cosas, y encima este sol radiante me está consumiendo sin remedio...
-Sarah... que tengo que salir...
-... y encima eres incapaz de admitir que estás rematadamente loca -termina ella de pronto.
Resoplando me mira en silencio. Yo arqueo una ceja.
-¿Qué? ¿Ya has terminado?
Ella aprieta los dientes y luego se inclina a mí.
-¿Y quien ha sido el que te ha mordido, alguno de esos golfos del Fangtasía?
Inquieta, me giro al espejo y empiezo a sacudirme el pelo con otra toalla. Se ve tan negro...
-No quiero hablar de eso, Sarah.
-¿No? ¿Porqué no?
Un nuevo silencio. Ella me mira con suspicacia, ladea la cabeza... y de pronto abre los ojos con estupor.
-No me digas que ha sido el dueño.
Joder, es que no puedo con esta tía... a veces se me olvida lo buena bruja que es... ¿y ahora que le digo?
Si, Sarah divina, si. El que me ha follado con esta furia es el dueño del Fangtasía.
Ah, joder, ¿como salgo de esta sin admitirlo...?
-Que me tengo que ir -le respondo.
-Ha sido el -ella sigue asintiendo con esos ojos desorbitados.- ¡Ha sido ese Northman! Pero en nombre de todo lo sagrado, ¿que coño estás haciendo? ¿Y con ese tipo? ¿Con ese precisamente, de toda la plaga de vampiros que asola esta región no podías haberte liado con otro?
-¡Que no me he liado con el!
-¡Y un cuerno!
Sale furiosa del baño y yo, no menos furiosa también, la sigo. Tomo un vestido blanco del armario y me lo pongo a toda prisa, muy muy enfadada con Sarah... que está gritándome, como no. Que si Eric esto, que si tu aquello... oh, joder, basta, que angustia de mujer. Gira a mi alrededor mientras yo me cepillo furiosamente el cabello, que, debido al calor, se está comenzando a secar y a rizar en las puntas, allá por la cintura.
-¡Tu estás rematadamente loca!
-Eso ya me lo has dicho.
-¡Y te lo diré todas las veces que haga falta! ¡Eric Northman! ¡Pero, en nombre de todo lo sagrado, ¿que estás haciendo?!
-Basta, Sarah.
-¿Tú sabes la reputación que tiene? ¿Tú sabes lo que dicen de el?
-He dicho que basta.
La apunto con el cepillo mientras cojo al mismo tiempo mi bolso.
-¡Me estás cansando! -le grito.- ¡Te lo digo en serio! No voy a hablar de esto contigo y no voy permitir que sigas insistiendo, ¡me duele la cabeza! Y me tengo que ir a trabajar. Así que te veo luego.
-Me alegro mucho de que te duela. Debería dolerte más.
Emitiendo un suspiro de frustración, salgo por la puerta dejándola abierta mientras me pongo las gafas. Es mejor pasear entre los bosques hasta la oficina de Michael antes que cojer mi auto. Total, ya llego tarde...
-¡Y no vistas de blanco, que ahora si pareces un fantasma! -su voz colérica me la trae el viento.
Cierro los ojos.
El día pasa con más pena que gloria para mi dolorido cuerpo mientras me ocupo de mi trabajo. Trabajo por el cual Michael me ha echado una bronca del quince ya que me he saltado la mañana alegremente... no puedo decirle donde he estado ni porqué. Me he inventado una historia de una enfermedad súbita que por la noche me ha atacado (vómitos, mareos, la cena de mi estómago al retrete...) y el la acepta porque, evidentemente, mi aspecto no dice lo contrario. En realidad, lo reafirma.
Parezco una enferma.
-Sue, llevas unos meses... -me dice con voz reprobatoria. Menea la cabeza gravemente y se encierra en su despacho por toda la tarde.
Frustrada, apreto el bolígrafo con furia.
Que manía le ha dado a todo el mundo...
Allá sobre las siete de la tarde regreso a casa. Michael, ligeramente compadecido de mi, me lleva en su coche. Tiene que pasar por "Hardy´s" a comprar leche en polvo y unas cuantas cosas más. Sus bebés (dos gemelas de pocos meses) lloran sin parar y Cathy, su mujer, está al borde de un ataque de nervios.
-¿Te importa si te dejo aquí? -me pregunta. Estoy como a media hora de casa.
-No, me pilla bien -le respondo, aunque no es verdad: todo el cuerpo me duele tanto que se me hace un mundo llegar a casa.- Tranquilo, iré dando un paseo.
-Estupendo -gruñe el, cierra la puerta y se encamina al "Hardy´s" en el coche, que está a escasos minutos de distancia. Contemplo el coche dirigirse hacia el local con tejado rojo y luego me giro, en un suspiro.
El trayecto de media hora se me convierte en una cuando llego a casa. El sol se está ocultando por el horizonte. Sarah me ha dejado una nota sobre la mesa: "ahora me toca a mi divertirte".
Estupendo, bruja malvada: largate con tus amigas las locas a bailar desnudas bajo la luz de la luna en algún prado perdido. Ojalá y os encuentren una pandilla de excursionistas adolescentes, os graben con el móvil y cuelgen el video en Youtube.
Pero me ha dejado cena en el microondas. Emito un suave suspiro.
Ceno viendo SNL (Saturday Night Live). Amy Pooler me encanta, que pena que tenga que irse del programa... cuando acaba, llevo los platos a la cocina y los friego lentamente. Me hago una infusión y subo a ducharme. Hoy me espera la camita, un par de almohadones llenos de suaves plumas y una novela de Danielle Steel. Necesito amor.
Esta noche, nada de Fangtasía. Ni por asomo.
Tras la ducha, dejo que el cabello me cuelgue suelto y mojado. Es una sensación estupenda, increíble. He demorado la ducha un poco más porque el cansancio ha hecho más mella en mí de lo supuesto. Mirandome en el espejo, esas ojeras, esa cara demacrada... me echo un poco de crema facial, pero no mejora. Lo único que recobra un poco de color es la boca, que se hincha suavemente con la crema. Joder... parezco una muerta.
Dejo caer un pantalones piratas sobre las caderas y una camiseta color malva con discretas puntillas. El pelo moja mi espalda, la parte vestida, la parte desnuda... no tengo arreglo. Dormiré inmediatamente. Danielle Steel puede esperar, yo tengo que descansar.
Salgo del baño y apago la luz.
Oh.
Oh.
De todas las cosas que podría esperar sucedieran esta noche, esta no es, desde luego, ni una sola de ellas.
Eric está tumbado en mi cama, observando con expresión divertida mi novela rosa.
Me agarro al marco de la puerta, temblando.
Lo mataría.
-¿Que haces tu aquí? -susurro.
Me mira.
Oh. Que... cojones, su belleza hace me tambalee. Enteramente vestido de negro, con su rubio cabello flotando, destaca sobre mi cama como un diamante pulido entre millones de piedras de río.
-¿Danielle Steel? -contesta agitando la novela.
-Suelta eso -silabeo tensa.
El deja caer la novela sobre la cama y cruza los brazos sobre su pecho. Entrelaza las manos. Los dedos juguetean entre si. Me mira con una media sonrisa que lo hace aun más irresistible.
-Vete -le digo.
El me sigue mirando.
-Vete, por favor -insisto tras esperar su respuesta que no llega.- Necesito descansar.
-¿Como te encuentras esta noche, pequeña Sue?
-¿Qué?
El hace un gesto con la mano para que vaya junto a el. Como una autómata me acerco y me detengo a los pies de la cama.
-Más cerca -dice el con voz ronca.
-Estoy cerca -contesto. Otra vez mi orgullo comienza a salir a la superficie.- Puedes decirme lo que sea a esta distancia.
Con un gruñido, alarga un brazo y tira de mi. Reboto como un fardo contra la cama. ¿Como puede ser tan rápido...? Antes siquiera que me de tiempo a abrir los ojos, me siento arrastrada a toda velocidad por encima de las sábanas y de pronto estoy a su lado.
Pegada a el.
-Eres tan testaruda... -susurra, y me acaricia una ceja con un dedo suavemente.- ¿voy a tener que estar persiguiéndote siempre, pequeña Sue?
-Vete.
-¿Como te encuentras esta noche?
-Por favor.
El sonríe suavemente.
-Me encanta cuando suplicas... -mueve mi cabeza suavemente hacia un lado y a otro, inspeccionando las marcas que me ha hecho ayer.- veo que esto va mejor.
-Déjame.
Sin escucharme, pero sin dejar de mirarme, su mano se desliza por mi esternón hasta mi ombligo. Cuando escucha mi jadeo, para: una sonrisa divertida aflora a sus ojos y a sus labios.
-¿Qué? -me pregunta.
-Para -jadeo.- No, por favor, para.
Intento empujar su mano con las mías pero eso es tan imposible como intentar empujar un monolito con mi pobre fuerza... suavemente, la desliza bajo la camiseta y traza el rumbo de mi ombligo con el índice sin dejar de mirarme.
-No quiero -contesta, y me besa suavemente en la sien.
-¿Pero de que vas? -furiosa le empujo por el pecho. Su dedo sigue trazando un camino de fuego en mi piel.- ¿Que pretendes con todo esto?
Eric suelta una carcajada que resuena brutal en la habitación. Se inclina hacia mi estómago y levanta la camiseta para soplar despues con suavidad sobre el ombligo. Su aliento -fuego y hielo- pica sobre mi piel con una sensación desconocida e, involuntariamente, cierro los ojos mientras me arqueo contra el. Dios sagrado, ¡pero que calor hace en esta condenada habitación...! joder, señoras, este hombre es absolutamente increíble. Me dejaría desollar viva por el si volviera a hacer eso otra vez.
Aunque solo fuera por una vez más. Solo una.
Riendo suavemente ante mi reacción, Eric se coloca delicadamente entre mis piernas y las abre. En este punto, señoras, yo ya estoy más allá del alcance de cualquier otra cosa que no sea sentir... el desliza un dedo por uno de los oscuros moretones que planean sobre mi ingle izquierda, mientras lo contornea.. sopla nuevamente, me estremezco... lo contornea...
-Vaya... mi marca -le oigo susurrar.
Su voz hace que abra los ojos.
Suzanne Wellton, por todos los diablos, ¿que cojones estás haciendo? Hay un vampiro entre tus piernas abiertas a punto de darse un festín con tu sangre, ayer le permitiste follarte, antes de ayer te corriste en su presencia nada más mirarte... ¿te has vuelto loca? ¿Que eres ahora, una atrapavampiros...?
Muevo las piernas nerviosa. Oh, coño, joder, me lo tengo que quitar de encima... pero es imposible. Este hombre es increíblemente poderoso, pienso mientras veo sus ojos oscurecerse. Sus dedos se deslizan entre mis bragas y las arranca de un seco tirón, arrojándolas lejos de mi. Oh, vale. Estupendo. A los moretones negros se van a sumar ahora dos latigazos hechos con la goma de mis bragas.
Cojonudo.
-¡No! -jadeo. Las bragas han volado por toda la habitación en un segundo, ni siquiera alcanzo a ver donde han caído. Eric se me sujeta firmemente con una palma presionando el vientre contra la cama. Es tan fuerte que no puedo moverme. Es todo tan extraño que ni me paro a pensar en la buena ración de vista que se debe estar pegando conmigo ahí abierta de piernas sin pudor alguno.
-Quieta -gruñe.
-¡Sueltame!
-Mira, las cosas están así -sin apartarse un milímetro me mira fijamente. Llevas tres meses viniendo al Fangtasía para verme. Ni un solo días has fallado. Nunca me interesaste y nunca me fijé en ti, y nunca pensé en hacer ni por remoto asomo lo que estoy haciendo ahora mismo... pero hace dos noches, tu olor era distinto. No me preguntes porqué, no lo se. Solo sé que olías diferente. Más sabrosa, más.. apetitosa. Tú, con tu piel blanca, tus labios hinchados y ese pelo tan negro me has estado suplicando todo este tiempo que te posea. Que te coma. Y no es solo porque te haya oído pensarlo una y otra vez, tu cabeza es un puto carrusel que no para... es que tu cuerpo entero me lo ha pedido. Como me lo piden ahora tus ojos, tu boca, tu piel... tu coño -y al decirlo, introduce dos dedos dentro de mi sin dejar de mirarme. Emito un grito, mitad sorpresa, mitad excitación.-¿Lo ves? Estás tan mojada para mi que no salgo de mi asombro.
Cierro las piernas involuntariamente, intentando detener esa lenta y sensual agresión... pero el no para. Los ojos me escuecen, e intento moverme para levantarme pero lo que siento es tan intenso que solo puedo sollozar. Eric, secamente, me abre las piernas.
-Ni pienses en volver a cerrarlas... -susurra.- ¿Que se supone que debía hacer yo ante tal reclamo, pequeña Sue...? No puedo dejar una mujer insatisfecha. Joder, mas de mil años en este mundo y las mujeres seguís asombrandome... me gustó verte correrte hace dos dias, y me gustó poseerte en el aseo de señoras ayer... y me gusta poseerte ahora mismo. Cualquier parte de mi puede hacer que te derritas, pequeña Sue... y me gusta hacerlo, la verdad. Ahora mismo me gusta hacerlo. ¿Mañana?.. no se. Quizás te conviertas en la cena.
De pronto saca los dedos de mi y se los lleva lentamente a la boca. Lame mis fluidos con una lentitud pavorosa, sin dejar de mirarme... joder, basta, no. Esto es increíble. Casi tengo un orgasmo solo de verle.
¿Pero donde coño están mis bragas...?
-Lo que sí es seguro es que, al final, te acabaré comiendo entera. De un modo u otro.
Chico, esto es aterrador. Temblando hasta los huesos, me siento encogiendome en la cama. Tengo que salir de aquí como sea. Y yo que quería una noche tranquilita...
El niega suavemente con la cabeza, sonrisa de lado, quitandose la chaqueta de cuero... de pronto, está completamente desnudo. Y yo, aterrada.
-No voy a volver a hacerlo contigo -musito.
-¿No? ¿Eso crees?
Se burla de mi. Lo se, pero yo tengo que largarme como sea. ¿Donde están mis pantalones?
¿Han volado con las bragas? ¿Pero cuando me los ha quitado que ni me enteré...?
Calculo mis posibilidades rápidamente. A espaldas de un Eric completamente desnudo, sentado sobre mi cama y mostrado orgulloso una erección impresionante hay una ventana. Si soy lo suficientemente rápida puedo colarme por ella, aunque no es una buena opción: no me apetece caer desde un primer piso, sin bragas y con el culo al aire. No es plan.
La segunda y única opción es correr a toda velocidad -y soy lenta, si, señoras, muy lenta...- hacia la puerta y salir de la casa. Pero, ¿cuantos pasos voy a dar? O mejor dicho, ¿cuantos me va a permitir dar...?
Definitivamente, damas, la segunda opción es la mejor. No pienso matarme ni romperme las piernas saltando por la ventana. Así que, dando un salto, intento ser rápida y correr hacia la puerta.
Inútil. El no me lo permite, como yo misma supuse segundos antes.
-Touchdown -susurra, mientras, y sin saber como, he aparecido sentada a horcajadas sobre su vientre. Su impresionante erección está justamente instalada donde debe estar. Se frota levemente contra mí, gruñendo sin quitarme los brazos enrollados en la cintura.
-Suéltame -grito, y empiezo a revolverme entre sus brazos.
Pero su abrazo se hace más intenso.
-Eso es -jadea en un susurro, junto a mi oído.- Pelea, pequeña Sue. Haz que esto sea más satisfactorio para ambos.
¿Así que le pone que ponga resistencia? Estupendo. Pues pelea va a tener.
Me revuelvo contra el como una gata furiosa. A la mierda su cargo de todopoderoso Sheriff del Area 5: como si fuera un fulano cualquiera, me da igual. Le pego y le araño con toda la fuerza de la que dispongo, que no es poca, y le marco por todas partes. Uñas, dientes, lo que sea con tal de alejarle. Igual para el actúo con la fuerza de un mosquito pero no se va a largar tan fresco. Voy a hacer que me recuerde de por vida.
El ríe. No me devuelve los golpes pero me sigue manteniendo sujeta por la cintura. Pegada contra el. En un momento dado, se introduce fuertemente en mí... lo siento, claro que lo siento, lo siento como el demonio pero no hace que pare. En un momento dado siento tal furia que le clavo los dientes en el cuello. Quiero hacerle sangre, que sufra... que le duela. Y resulta que consigo todo lo contrario.
Hay que joderse...
Al sentir mis dientes en su cuello se detiene, como atravesado por un rayo. Paralizada, me detengo. El también está quieto. Por un segundo, observo como su boca se abre, dibujando una O perfecta, como sus ojos están cerrados... y de pronto, su miembro en mí crece. Lo siento crecer aún mas en mi interior.
Gimo. Joder, eso duele.
Una mano suya vuela veloz a mi nuca, obligandome a que pose mis labios otra vez en la herida que acabo de hacerle.
-Sigue -susurra con voz ronca.-Chupa. Chupa la mas fuerte que puedas. Hazlo.
Se ha vuelto rematadamente loco... si; es eso.
-Estás loco -susurro, contra su cuello. El sabor acre de su sangre mancha mi boca.
-Hazlo. -y de pronto, me sacude con fuerza- ¡Hazlo!












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