DIARIO DE UNA HUMANA (IV)

lunes, 16 de marzo de 2009

0 comentarios  

DIARIO DE UNA HUMANA (IV)

Joder que sol tan molesto...

-Arriba.
La voz de mi compañera de piso me arranca de mi feliz sueño de más de doce horas... son las dos de la tarde y un sol luce ya más que abrasador sobre mis ventanas.
-Joder, nena. Tienes el aspecto de haber sido arrollada por un camión.
Si, arrollada por un camión llamado Eric... maldito seas donde estés descansando ahora. Ojalá y el sueño se te atragante.
Me llevo una mano a los ojos, ocultándolos de la luz. Mi cabello está desparramado sobre la almohada como si hubiera peleado con un tigre salvaje.
-Sarah, ¿que hora es?
-Mas de las dos -Sarah está plantada frente a mi con el ceño fruncido.- Joder, Suzanne... de veras que me tienes preocupada.
La miro turbiamente. Sarah es un ejemplar de mujer realmente increíble, con su metro ochenta de alto y su compacta fisonomía. Tiene unos pechos macizos, una cintura estrecha y unas caderas que harían palidecer a cualquier diosa de la fertilidad antigua. Su melena trigueña luce un rizado natural que la favorece muchísimo y sus ojos color topacio son enormes, coronados de preciosas pestañas rubias.
-¿Por qué? -mascullo, mientras me levanto.
-¿Por qué? -Sarah me sigue dando gritos detrás de mi, los brazos apoyados en jarras en torno a sus amplias caderas.- ¿Me lo preguntas en serio? ¡Oh, joder, Sue...!, ¿te has visto???? ¡Pareces un cadáver! Si ya eres blanca de por ti misma ahora pareces transparente como el papel. ¿Podrías pasar por la ducha, por favor? Tienes un olor extraño... desde hace tres meses no eres tu, coño.
Suspirando y aguantando su eterna perorata -hace años que se ha erigido como mi madre adoptiva-, voy al baño. Me miro en el espejo y casi me sobresalto. Si que tengo mal aspecto, si... mientras Sarah habla y habla, y habla, sin parar detrás de mi empiezo a sujetarme el cabello en una coleta para poder desmaquillarme bien. ¿Pero porqué no lo hice anoche? ¿Como fui capaz de acostarme maquillada...???
Soy bastante cuidadosa con mi cuidado exterior. Sin ser una belleza, cosigo mantenerme mas o menos decentemente... algo en mi no va bien, definitivamente. Estremecida, sigo escuchando a Sarah sin prestarle atención mientras pienso en Eric. Y me dan escalofríos solo de pensar en el, en su boca ensangretada besando la mía, en su polla entrando y saliendo de mi, en...
-¡Jesús, ¿pero que es eso?!
El grito me sacude y me saca de mis ensoñaciones. A través del espejo, Sarah me está mirando boquiabierta. Miro hacia donde sus ojos miran y mascullo un seco "maldición".
Sarah está mirando mis marcas. Cuatro preciosas incisiones, dos a cada lado del cuello, de un color rojizo parduzco, casi negro. Alrededor se extienden profundas marcas violáceas.
-No es nada -respondo, y me seco las manos. Me doy la vuelta y empiezo a preparar la ducha.
-¿Como que no es nada? -Sarah me toma del hombro y me gira bruscamente. Yo la miro con los labios apretados.- ¿Has dejado que uno de esos te muerda?
No le respondo. Lo que es evidente, es evidente, señoras... ella alza los brazos al cielo y luego los deja caer a ambos lados de su cuerpo.
-¿Pero te has vuelto loca o qué? -exclama, mirandome como si no me conociera.- ¡Son vampiros, joder!
-Ya lo se, Sarah -gruño mientras me giro nuevamente a la ducha.
-¿Y...?
-Y nada -me cuelgo una toalla al hombro y cojo el champú. La miro entonces.- ¿Me dejas, por favor? Me quiero duchar e ir al trabajo, si es que aún me aceptan después de lo que he hecho hoy.
-Vampiros, Sue. Has dejado que te muerda un vampiro, por Dios santo.
Suspiré, venciendome un poco hacia delante.
-Sarah... que me quiero duchar...
-Me es igual. Dúchate, que ya te he visto mil veces desnuda.
-¿No vas a parar, verdad?
-Cierto, no voy a parar. Me vas a escuchar todo lo que tenga que decirte.
Joder, que persistente puede llegar a ser...
-En fin, como quieras -concedo.- Di lo que tengas que decir y luego lárgate.
-Eso es, Suzanne, trata así a las amigas, ¡justo lo que necesitas, ser más arisca aún!!!, y que la gente se siga separando de ti. Y luego dices que hasta las del Coven te ven rara, ¡como no van a hacerlo! ¡Ni sabes para donde vas ni de donde vienes!
Frustrada, emito un quejido bajo la ducha. Me duele todo el cuerpo, tengo marcas bajo las axilas (los dedos de Eric incrustados de tal modo que parecen una radiografía) y dos cardenales alargados en las ingles.
Sus caderas.
Con un estremecimiento me encojo. No puede ser que el Sheriff me haya dejado tan marcada en una sola noche... hasta parece que soy algo suyo...
-¿Me oíste, Sue? Hasta las del Coven piensan que eres rara.
Si, claro, las del Coven. Las "Cuervo Plateado" piensan que yo soy rara... ¿pero y ellas? Ellas van cantando plegarias a una Diosa pagana en plena calle. Y luego dicen de mi...
Desde hace muchos años, Sarah es una "bruja oficial", que convive en un Coven (grupo de brujas establecido, y este con trece miembros, tal y como manda la tradición) y que ha hecho de su espiritualidad un estandarte. Intentó, con mínimo éxito, que yo entrara a formar parte de ellas pero a ellas no les gusté. No, señora. Y a mí ellas, menos. Son una pandilla de geek.
Si yo tuviera que ser como Sarah, lo sería en solitario. Y no es el caso, además.
Y mientras, Sarah sigue parloteando. Ni la escucho. Estoy más concentrada en el dolor intenso que he descubierto entre mis piernas.
Oh, joder...
Salgo de la ducha como si me pesara todo el cuerpo. Creo que haber pasado por ella ha empeorado las cosas, y encima este sol radiante me está consumiendo sin remedio...
-Sarah... que tengo que salir...
-... y encima eres incapaz de admitir que estás rematadamente loca -termina ella de pronto.
Resoplando me mira en silencio. Yo arqueo una ceja.
-¿Qué? ¿Ya has terminado?
Ella aprieta los dientes y luego se inclina a mí.
-¿Y quien ha sido el que te ha mordido, alguno de esos golfos del Fangtasía?
Inquieta, me giro al espejo y empiezo a sacudirme el pelo con otra toalla. Se ve tan negro...
-No quiero hablar de eso, Sarah.
-¿No? ¿Porqué no?
Un nuevo silencio. Ella me mira con suspicacia, ladea la cabeza... y de pronto abre los ojos con estupor.
-No me digas que ha sido el dueño.
Joder, es que no puedo con esta tía... a veces se me olvida lo buena bruja que es... ¿y ahora que le digo?
Si, Sarah divina, si. El que me ha follado con esta furia es el dueño del Fangtasía.
Ah, joder, ¿como salgo de esta sin admitirlo...?
-Que me tengo que ir -le respondo.
-Ha sido el -ella sigue asintiendo con esos ojos desorbitados.- ¡Ha sido ese Northman! Pero en nombre de todo lo sagrado, ¿que coño estás haciendo? ¿Y con ese tipo? ¿Con ese precisamente, de toda la plaga de vampiros que asola esta región no podías haberte liado con otro?
-¡Que no me he liado con el!
-¡Y un cuerno!
Sale furiosa del baño y yo, no menos furiosa también, la sigo. Tomo un vestido blanco del armario y me lo pongo a toda prisa, muy muy enfadada con Sarah... que está gritándome, como no. Que si Eric esto, que si tu aquello... oh, joder, basta, que angustia de mujer. Gira a mi alrededor mientras yo me cepillo furiosamente el cabello, que, debido al calor, se está comenzando a secar y a rizar en las puntas, allá por la cintura.
-¡Tu estás rematadamente loca!
-Eso ya me lo has dicho.
-¡Y te lo diré todas las veces que haga falta! ¡Eric Northman! ¡Pero, en nombre de todo lo sagrado, ¿que estás haciendo?!
-Basta, Sarah.
-¿Tú sabes la reputación que tiene? ¿Tú sabes lo que dicen de el?
-He dicho que basta.
La apunto con el cepillo mientras cojo al mismo tiempo mi bolso.
-¡Me estás cansando! -le grito.- ¡Te lo digo en serio! No voy a hablar de esto contigo y no voy permitir que sigas insistiendo, ¡me duele la cabeza! Y me tengo que ir a trabajar. Así que te veo luego.
-Me alegro mucho de que te duela. Debería dolerte más.
Emitiendo un suspiro de frustración, salgo por la puerta dejándola abierta mientras me pongo las gafas. Es mejor pasear entre los bosques hasta la oficina de Michael antes que cojer mi auto. Total, ya llego tarde...
-¡Y no vistas de blanco, que ahora si pareces un fantasma! -su voz colérica me la trae el viento.
Cierro los ojos.
El día pasa con más pena que gloria para mi dolorido cuerpo mientras me ocupo de mi trabajo. Trabajo por el cual Michael me ha echado una bronca del quince ya que me he saltado la mañana alegremente... no puedo decirle donde he estado ni porqué. Me he inventado una historia de una enfermedad súbita que por la noche me ha atacado (vómitos, mareos, la cena de mi estómago al retrete...) y el la acepta porque, evidentemente, mi aspecto no dice lo contrario. En realidad, lo reafirma.
Parezco una enferma.
-Sue, llevas unos meses... -me dice con voz reprobatoria. Menea la cabeza gravemente y se encierra en su despacho por toda la tarde.
Frustrada, apreto el bolígrafo con furia.
Que manía le ha dado a todo el mundo...
Allá sobre las siete de la tarde regreso a casa. Michael, ligeramente compadecido de mi, me lleva en su coche. Tiene que pasar por "Hardy´s" a comprar leche en polvo y unas cuantas cosas más. Sus bebés (dos gemelas de pocos meses) lloran sin parar y Cathy, su mujer, está al borde de un ataque de nervios.
-¿Te importa si te dejo aquí? -me pregunta. Estoy como a media hora de casa.
-No, me pilla bien -le respondo, aunque no es verdad: todo el cuerpo me duele tanto que se me hace un mundo llegar a casa.- Tranquilo, iré dando un paseo.
-Estupendo -gruñe el, cierra la puerta y se encamina al "Hardy´s" en el coche, que está a escasos minutos de distancia. Contemplo el coche dirigirse hacia el local con tejado rojo y luego me giro, en un suspiro.
El trayecto de media hora se me convierte en una cuando llego a casa. El sol se está ocultando por el horizonte. Sarah me ha dejado una nota sobre la mesa: "ahora me toca a mi divertirte".
Estupendo, bruja malvada: largate con tus amigas las locas a bailar desnudas bajo la luz de la luna en algún prado perdido. Ojalá y os encuentren una pandilla de excursionistas adolescentes, os graben con el móvil y cuelgen el video en Youtube.
Pero me ha dejado cena en el microondas. Emito un suave suspiro.
Ceno viendo SNL (Saturday Night Live). Amy Pooler me encanta, que pena que tenga que irse del programa... cuando acaba, llevo los platos a la cocina y los friego lentamente. Me hago una infusión y subo a ducharme. Hoy me espera la camita, un par de almohadones llenos de suaves plumas y una novela de Danielle Steel. Necesito amor.
Esta noche, nada de Fangtasía. Ni por asomo.
Tras la ducha, dejo que el cabello me cuelgue suelto y mojado. Es una sensación estupenda, increíble. He demorado la ducha un poco más porque el cansancio ha hecho más mella en mí de lo supuesto. Mirandome en el espejo, esas ojeras, esa cara demacrada... me echo un poco de crema facial, pero no mejora. Lo único que recobra un poco de color es la boca, que se hincha suavemente con la crema. Joder... parezco una muerta.
Dejo caer un pantalones piratas sobre las caderas y una camiseta color malva con discretas puntillas. El pelo moja mi espalda, la parte vestida, la parte desnuda... no tengo arreglo. Dormiré inmediatamente. Danielle Steel puede esperar, yo tengo que descansar.
Salgo del baño y apago la luz.
Oh.
Oh.
De todas las cosas que podría esperar sucedieran esta noche, esta no es, desde luego, ni una sola de ellas.
Eric está tumbado en mi cama, observando con expresión divertida mi novela rosa.
Me agarro al marco de la puerta, temblando.
Lo mataría.
-¿Que haces tu aquí? -susurro.
Me mira.
Oh. Que... cojones, su belleza hace me tambalee. Enteramente vestido de negro, con su rubio cabello flotando, destaca sobre mi cama como un diamante pulido entre millones de piedras de río.
-¿Danielle Steel? -contesta agitando la novela.
-Suelta eso -silabeo tensa.
El deja caer la novela sobre la cama y cruza los brazos sobre su pecho. Entrelaza las manos. Los dedos juguetean entre si. Me mira con una media sonrisa que lo hace aun más irresistible.
-Vete -le digo.
El me sigue mirando.
-Vete, por favor -insisto tras esperar su respuesta que no llega.- Necesito descansar.
-¿Como te encuentras esta noche, pequeña Sue?
-¿Qué?
El hace un gesto con la mano para que vaya junto a el. Como una autómata me acerco y me detengo a los pies de la cama.
-Más cerca -dice el con voz ronca.
-Estoy cerca -contesto. Otra vez mi orgullo comienza a salir a la superficie.- Puedes decirme lo que sea a esta distancia.
Con un gruñido, alarga un brazo y tira de mi. Reboto como un fardo contra la cama. ¿Como puede ser tan rápido...? Antes siquiera que me de tiempo a abrir los ojos, me siento arrastrada a toda velocidad por encima de las sábanas y de pronto estoy a su lado.
Pegada a el.
-Eres tan testaruda... -susurra, y me acaricia una ceja con un dedo suavemente.- ¿voy a tener que estar persiguiéndote siempre, pequeña Sue?
-Vete.
-¿Como te encuentras esta noche?
-Por favor.
El sonríe suavemente.
-Me encanta cuando suplicas... -mueve mi cabeza suavemente hacia un lado y a otro, inspeccionando las marcas que me ha hecho ayer.- veo que esto va mejor.
-Déjame.
Sin escucharme, pero sin dejar de mirarme, su mano se desliza por mi esternón hasta mi ombligo. Cuando escucha mi jadeo, para: una sonrisa divertida aflora a sus ojos y a sus labios.
-¿Qué? -me pregunta.
-Para -jadeo.- No, por favor, para.
Intento empujar su mano con las mías pero eso es tan imposible como intentar empujar un monolito con mi pobre fuerza... suavemente, la desliza bajo la camiseta y traza el rumbo de mi ombligo con el índice sin dejar de mirarme.
-No quiero -contesta, y me besa suavemente en la sien.
-¿Pero de que vas? -furiosa le empujo por el pecho. Su dedo sigue trazando un camino de fuego en mi piel.- ¿Que pretendes con todo esto?
Eric suelta una carcajada que resuena brutal en la habitación. Se inclina hacia mi estómago y levanta la camiseta para soplar despues con suavidad sobre el ombligo. Su aliento -fuego y hielo- pica sobre mi piel con una sensación desconocida e, involuntariamente, cierro los ojos mientras me arqueo contra el. Dios sagrado, ¡pero que calor hace en esta condenada habitación...! joder, señoras, este hombre es absolutamente increíble. Me dejaría desollar viva por el si volviera a hacer eso otra vez.
Aunque solo fuera por una vez más. Solo una.
Riendo suavemente ante mi reacción, Eric se coloca delicadamente entre mis piernas y las abre. En este punto, señoras, yo ya estoy más allá del alcance de cualquier otra cosa que no sea sentir... el desliza un dedo por uno de los oscuros moretones que planean sobre mi ingle izquierda, mientras lo contornea.. sopla nuevamente, me estremezco... lo contornea...
-Vaya... mi marca -le oigo susurrar.
Su voz hace que abra los ojos.
Suzanne Wellton, por todos los diablos, ¿que cojones estás haciendo? Hay un vampiro entre tus piernas abiertas a punto de darse un festín con tu sangre, ayer le permitiste follarte, antes de ayer te corriste en su presencia nada más mirarte... ¿te has vuelto loca? ¿Que eres ahora, una atrapavampiros...?
Muevo las piernas nerviosa. Oh, coño, joder, me lo tengo que quitar de encima... pero es imposible. Este hombre es increíblemente poderoso, pienso mientras veo sus ojos oscurecerse. Sus dedos se deslizan entre mis bragas y las arranca de un seco tirón, arrojándolas lejos de mi. Oh, vale. Estupendo. A los moretones negros se van a sumar ahora dos latigazos hechos con la goma de mis bragas.
Cojonudo.
-¡No! -jadeo. Las bragas han volado por toda la habitación en un segundo, ni siquiera alcanzo a ver donde han caído. Eric se me sujeta firmemente con una palma presionando el vientre contra la cama. Es tan fuerte que no puedo moverme. Es todo tan extraño que ni me paro a pensar en la buena ración de vista que se debe estar pegando conmigo ahí abierta de piernas sin pudor alguno.
-Quieta -gruñe.
-¡Sueltame!
-Mira, las cosas están así -sin apartarse un milímetro me mira fijamente. Llevas tres meses viniendo al Fangtasía para verme. Ni un solo días has fallado. Nunca me interesaste y nunca me fijé en ti, y nunca pensé en hacer ni por remoto asomo lo que estoy haciendo ahora mismo... pero hace dos noches, tu olor era distinto. No me preguntes porqué, no lo se. Solo sé que olías diferente. Más sabrosa, más.. apetitosa. Tú, con tu piel blanca, tus labios hinchados y ese pelo tan negro me has estado suplicando todo este tiempo que te posea. Que te coma. Y no es solo porque te haya oído pensarlo una y otra vez, tu cabeza es un puto carrusel que no para... es que tu cuerpo entero me lo ha pedido. Como me lo piden ahora tus ojos, tu boca, tu piel... tu coño -y al decirlo, introduce dos dedos dentro de mi sin dejar de mirarme. Emito un grito, mitad sorpresa, mitad excitación.-¿Lo ves? Estás tan mojada para mi que no salgo de mi asombro.
Cierro las piernas involuntariamente, intentando detener esa lenta y sensual agresión... pero el no para. Los ojos me escuecen, e intento moverme para levantarme pero lo que siento es tan intenso que solo puedo sollozar. Eric, secamente, me abre las piernas.
-Ni pienses en volver a cerrarlas... -susurra.- ¿Que se supone que debía hacer yo ante tal reclamo, pequeña Sue...? No puedo dejar una mujer insatisfecha. Joder, mas de mil años en este mundo y las mujeres seguís asombrandome... me gustó verte correrte hace dos dias, y me gustó poseerte en el aseo de señoras ayer... y me gusta poseerte ahora mismo. Cualquier parte de mi puede hacer que te derritas, pequeña Sue... y me gusta hacerlo, la verdad. Ahora mismo me gusta hacerlo. ¿Mañana?.. no se. Quizás te conviertas en la cena.
De pronto saca los dedos de mi y se los lleva lentamente a la boca. Lame mis fluidos con una lentitud pavorosa, sin dejar de mirarme... joder, basta, no. Esto es increíble. Casi tengo un orgasmo solo de verle.
¿Pero donde coño están mis bragas...?
-Lo que sí es seguro es que, al final, te acabaré comiendo entera. De un modo u otro.
Chico, esto es aterrador. Temblando hasta los huesos, me siento encogiendome en la cama. Tengo que salir de aquí como sea. Y yo que quería una noche tranquilita...
El niega suavemente con la cabeza, sonrisa de lado, quitandose la chaqueta de cuero... de pronto, está completamente desnudo. Y yo, aterrada.
-No voy a volver a hacerlo contigo -musito.
-¿No? ¿Eso crees?
Se burla de mi. Lo se, pero yo tengo que largarme como sea. ¿Donde están mis pantalones?
¿Han volado con las bragas? ¿Pero cuando me los ha quitado que ni me enteré...?
Calculo mis posibilidades rápidamente. A espaldas de un Eric completamente desnudo, sentado sobre mi cama y mostrado orgulloso una erección impresionante hay una ventana. Si soy lo suficientemente rápida puedo colarme por ella, aunque no es una buena opción: no me apetece caer desde un primer piso, sin bragas y con el culo al aire. No es plan.
La segunda y única opción es correr a toda velocidad -y soy lenta, si, señoras, muy lenta...- hacia la puerta y salir de la casa. Pero, ¿cuantos pasos voy a dar? O mejor dicho, ¿cuantos me va a permitir dar...?
Definitivamente, damas, la segunda opción es la mejor. No pienso matarme ni romperme las piernas saltando por la ventana. Así que, dando un salto, intento ser rápida y correr hacia la puerta.
Inútil. El no me lo permite, como yo misma supuse segundos antes.
-Touchdown -susurra, mientras, y sin saber como, he aparecido sentada a horcajadas sobre su vientre. Su impresionante erección está justamente instalada donde debe estar. Se frota levemente contra mí, gruñendo sin quitarme los brazos enrollados en la cintura.
-Suéltame -grito, y empiezo a revolverme entre sus brazos.
Pero su abrazo se hace más intenso.
-Eso es -jadea en un susurro, junto a mi oído.- Pelea, pequeña Sue. Haz que esto sea más satisfactorio para ambos.
¿Así que le pone que ponga resistencia? Estupendo. Pues pelea va a tener.
Me revuelvo contra el como una gata furiosa. A la mierda su cargo de todopoderoso Sheriff del Area 5: como si fuera un fulano cualquiera, me da igual. Le pego y le araño con toda la fuerza de la que dispongo, que no es poca, y le marco por todas partes. Uñas, dientes, lo que sea con tal de alejarle. Igual para el actúo con la fuerza de un mosquito pero no se va a largar tan fresco. Voy a hacer que me recuerde de por vida.
El ríe. No me devuelve los golpes pero me sigue manteniendo sujeta por la cintura. Pegada contra el. En un momento dado, se introduce fuertemente en mí... lo siento, claro que lo siento, lo siento como el demonio pero no hace que pare. En un momento dado siento tal furia que le clavo los dientes en el cuello. Quiero hacerle sangre, que sufra... que le duela. Y resulta que consigo todo lo contrario.
Hay que joderse...
Al sentir mis dientes en su cuello se detiene, como atravesado por un rayo. Paralizada, me detengo. El también está quieto. Por un segundo, observo como su boca se abre, dibujando una O perfecta, como sus ojos están cerrados... y de pronto, su miembro en mí crece. Lo siento crecer aún mas en mi interior.
Gimo. Joder, eso duele.
Una mano suya vuela veloz a mi nuca, obligandome a que pose mis labios otra vez en la herida que acabo de hacerle.
-Sigue -susurra con voz ronca.-Chupa. Chupa la mas fuerte que puedas. Hazlo.
Se ha vuelto rematadamente loco... si; es eso.
-Estás loco -susurro, contra su cuello. El sabor acre de su sangre mancha mi boca.
-Hazlo. -y de pronto, me sacude con fuerza- ¡Hazlo!












SEGUIDORES!!!!